Sé un camello hoy
“Y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa” (Efesios 1:19).
¿Sabías que los camellos pueden arrodillarse? Se cuenta que los viajeros que los utilizan en el desierto hacen que estos animales se postren para colocarles o quitarles las cargas. Como viajeros de la vida por este desierto de pecado, haríamos muy bien en imitar a los camellos y arrodillarnos delante de nuestro Amo divino para que él acomode y nos ayude a llevar nuestra carga, descansar en sus promesas y vivir siempre en su presencia.
Para eso, contamos con la oración. Continuando con la enumeración que realizamos hace dos días, podríamos afirmar lo siguiente:
1. La oración es esencial en el conflicto contra el enemigo. Pablo sabía que nuestra lucha contra el mal es contra principados, contra potestades, contra dominadores y contra malos espíritus. Él estaba convencido de que los creyentes necesitan las armaduras sobrenaturales de Dios para resistir, tal como las describe en Efesios 6. La oración es una de esas armaduras indispensables para no rendirse, y seguir adelante. Por eso, aconseja esto en Efesios 6:18: “Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”. La oración tiene poder y nos ayuda a vencer.
2. La oración nos permite conocer la voluntad de Dios. Ya en la primera oración que se registra de Pablo, él busca hacer lo que Dios solicita: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”(Hech. 9:6). Esta es una experiencia que todos debemos imitar. La oración no es luchar con Dios para que su voluntad se adapte a la nuestra sino para que la nuestra se adapte a la de él. Orar es discernir, afirmar y participar en hacer su voluntad en contra de la perversa influencia del poder del diablo.
3. La oración y lo eterno. Estar en contacto con Dios nos eleva a pensar en las cosas del cielo y no en las de este mundo. El apóstol coloca su foco en lo eterno, no en lo temporal, fijando nuestros ojos no en lo que se ve, sino en lo que no se ve.
Nuestra vida espiritual personal y nuestra misión pueden ser tan exitosas como lo fueron las de San Pablo. Por eso, es necesario que renueves tu vida de oración.
No tienes por qué llevar las cargas. Arrodíllate ahora. Sé un camello hoy.