“Autor de eterna salvación”
“Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen” (Hebreos 5:8, 9).
La mayoría de nosotros conoce a Jaime White por haber sido uno de los fundadores de la Iglesia Adventista, esposo de Elena de White, uno de los ideólogos de la estructura organizacional de nuestra Iglesia, presidente de la Asociación General, y por sus enjundiosos artículos, publicados en las revistas denominacionales. Pero lo que muchos desconocen de la vida del pastor White es que estuvo llena de dificultades y desafíos.
Aunque tenía reumatismo en una de sus muñecas, en ocasiones le tocó trabajar cortando leña, a fin de ganar 25 centavos por carga y así poder asistir a una reunión en Connecticut. Como tenía serios problemas estomacales, no podía retener la comida en el estómago. Durante meses trabajó cortando piedras “hasta que los dedos se le llagaron y le sangraban”. Dice la señora White que en cierta ocasión el pastor White “tuvo que atravesar las calles de Brunswick, Maine, con un saco a la espalda que contenía frijoles, un poco de harina, arroz y trigo molido, para evitar” que la familia muriera de hambre; y ese día “entró cantando a la casa: ‘Soy peregrino aquí; no hallo do morar…’ Yo le dije: ‘¿A esto hemos llegado? ¿Se ha olvidado Dios de nosotros? ¿Hemos tocado fondo ya?’ Él levantó la mano y dijo: ‘No digas eso, el Señor no nos ha olvidado. Él nos da suficiente para nuestras necesidades actuales. A Jesús no le fue mejor’ ” (Manuscritos inéditos, t. 6, p. 137).
¡Cuánta razón tenía Jaime White! A Jesús no le fue mejor. Jesús tuvo que lidiar con la pobreza de un obrero de Nazaret, con el rechazo de su pueblo, con la traición de sus colaboradores más íntimos, con el sufrimiento que conllevaba una muerte de cruz… Es verdad, “a Jesús no le fue mejor”, pues conoció en carne propia el vituperio, la vergüenza y la humillación. Y como “a Jesús no le fue mejor”, su experiencia con el sufrimiento humano lo preparó para que llegara “a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen” (Heb. 5:9). Y esa salvación eterna hoy se te ofrece gratuitamente.
“A Jesús no le fue mejor” porque su intención era que nos fuera mejor a ti y a mí.