Doxología viva
“Pablo, apóstol, no por disposición de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de los muertos y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia” (Gálatas 1:1, 2).
La Carta de Pablo a los Gálatas es un libro extraordinario. Sus seis capítulos presentan una síntesis de la salvación en Cristo.
En el capítulo 1, Pablo se presenta como apóstol llamado directamente por Cristo, y portador de gracia y paz de parte del Dios todopoderoso. Se muestra sorprendido por la rapidez con que los gálatas se alejaron del evangelio de Cristo y abrazaron un falso evangelio. Él condena a aquellos que estuvieron pervirtiendo el evangelio.
Pablo era portador del mensaje divino, recibido de Cristo. Era extraordinario saber que un violento perseguidor de cristianos pasa a las filas de Cristo para ser predicador a los gentiles. Él, celoso e instruido judío, no se resistió al llamado divino, entregó el corazón a Cristo, se dedicó a profundizar en el conocimiento de la Escritura, aprendió a convivir con los dirigentes; y, definitivamente, cambió de vida: antes perseguía y destruía; ahora era perseguido y constructor.
Fabricio y Gabriela son jóvenes misioneros en el Proyecto Caleb desde que eran solteros. Hoy ya están casados, y tienen un hija pequeña. Ellos caminan entre dos y tres kilómetros por día para dar estudios bíblicos bajo un sol ardiente y cuarenta grados de temperatura.
“Yo llevo a mi hija porque quiero que ella crezca sabiendo que es una Caleb”, dice Fabricio, quien gana el sustento para él y su familia, pero siempre combina su trabajo como constructor con el de instructor y predicador. El matrimonio dedica sus vacaciones como Calebs para el cumplimiento de la misión. Por eso, inicia cada día a las 4 de la mañana, y tiene en la iglesia una meditación para los jóvenes en misión. Luego, hace su trabajo como constructor entre las 6 y las 14. Por la tarde da estudios bíblicos, y a la noche, después de predicar, regresa a su hogar. ¿Cuál es su motivación?
“Con todo lo que Dios hizo por mí, no hay nada que yo pueda hacer que lo supere; por eso hago todo por él”. Gracias a Dios por estos jóvenes, y tantos otros que nos inspiran y comprometen.
Como Pablo, ellos y todos nosotros podemos ser reavivados por una pasión, y dedicar nuestros talentos y recursos en favor del regreso de Jesús. Como bien lo expresó Lutero: “El cristiano debe ser una doxología viva”.