Cada uno da lo que tiene
“¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, llevar el asunto ante los injustos y no delante de los santos?” (1 Corintios 6:1).
En 1 Corintios 6, Pablo trata otro problema grave en la iglesia: hermanos que se procesaban mutuamente ante jueces paganos, en vez de resolver sus diferencias entre sí. Esto era contrario a las enseñanzas de Cristo. ¿Qué hacer? Los cristianos no debían llevar a sus hermanos a tribunales infieles, a fin de no exponer la debilidad de la iglesia ante los que no amaban al Señor.
Pablo muestra también cómo el pecado ciega a sus practicantes para que no perciban que están en error. La familiaridad con el pecado hace que se pierda de vista su naturaleza real. Estos pecadores terminan creyendo que pueden vivir transgrediendo la Ley de Dios y, al mismo tiempo, esperar confiadamente la salvación. Dios deja en claro que no hay acuerdo entre el pecado y la justicia, y que cualquiera que se apegue al pecado tendrá su recompensa. Aun en estas circunstancias, hay esperanza para todo tipo de pecado y de pecador.
El cristiano tiene libertad para participar de todo lo que forma parte del estilo de vida enseñado por Dios como el más beneficioso para la humanidad. Es libre para hacer lo que desea, pero hay una condición que debe observarse: no debe hacer algo que cause escándalo a su prójimo. Jesús lo resume: Amar a Dios y al prójimo son los principios que gobiernan la vida del verdadero cristiano. Tenemos plena libertad para hacer lo que deseemos, siempre y cuando no entremos en conflicto con estos dos principios.
Pablo sentía que la iglesia estaba perdiendo equilibrio interno y fuerza externa para cumplir la misión. Como ocurre con un individuo, que tiene que tener equilibrio interno, a través de la comunión con Dios, y presencia externa de fidelidad y de misión. De igual manera ocurre con la iglesia: equilibrio interno y fuerza externa para cumplir la misión.
En cierto lugar, cierta persona dejaba caer basura por sobre la pared que dividía su casa de la de su vecino. Este, de manera amable, devolvía la “cortesía” con una caja de verduras cultivadas por él mismo, con un cartel que decía: “Cada uno da lo que tiene”.
Como personas y como iglesia, damos lo que tenemos. Quien se llena de la basura de los conflictos y los pecados fragiliza su aporte a la comunidad. Quien se llena de Cristo y de su Palabra gana fuerzas para cumplir la misión.