El Dios que trajo la verdad
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre” (Juan 14:6, DHH).
El presidente estadounidense Lyndon B. Johnson solía contar la historia de un maestro joven y desempleado que fue a Texas durante la Gran Depresión a buscar trabajo. Cuando la Junta escolar le preguntó si la Tierra era redonda o plana, temiendo que fuera una pregunta trampa, el maestro tuvo pánico y respondió: “Puedo enseñarla de ambas maneras”. Esta anécdota refleja la dificultad que tiene hoy la verdad para conseguir una fuente autorizada que la defienda con firmeza, pase lo que pase.
Ya sea por miedo o por conveniencia, en el mercado de la verdad circulan libremente las falsas monedas de la mentira y la tergiversación. Por eso es tan importante la audaz declaración de Jesús en el texto de hoy, que lo retrata como el Dios que trajo la verdad a este mundo. De hecho, uno de los énfasis del Evangelio de Juan, desde su extraordinario prólogo, es que Cristo estaba lleno de gracia y de verdad (1:14), y que por medio de él se han hecho realidad el amor y la verdad (1:17).
Cuando Dios, por amor, dio a su Hijo a este mundo, estaba dándonos el maravilloso regalo de la verdad, único medio a través del cual podemos llegar a ser libres (lee Juan 8:32). Como Jesús es la verdad, ahora por él sabemos cómo es Dios, qué piensa de nosotros y cuáles son sus planes para salvarnos. Por Jesús, sabemos que Dios nos ve como sus hijos, que él es una realidad espiritual y que tiene planes de dar parte en su Reino a sus hijos fieles.
Jesús trajo a este mundo los conceptos correctos en asuntos como el éxito, la obtención de riquezas o el lugar que debe ocupar Dios en nuestras vidas. Él nos dijo la verdad cuando declaró: “¿Qué aprovecha el hombre si gana el mundo entero y pierde su vida?” (Mat. 16:26). Jesús nos enseñó a ver esta vida como un tiempo de prueba, algo transitorio. Él nos trajo la verdad acerca de la espiritualidad, el amor al prójimo, el perdón, la vida más allá de la muerte y las realidades del mundo venidero. Debido a que Jesús vino y enseñó las verdades del Reino, tenemos una guía segura cuando se trata de identificar y alinearnos con la verdad. Podemos decir con toda seguridad que la verdad existe y que es una persona: Jesucristo, y todo lo que él enseñó y modeló.