Fuego consumidor
“Nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29).
“Jehová, tu Dios, es fuego consumidor”. Esta es la primera vez que encontramos este retrato de Dios en la Biblia (Deuteronomio 4:24). Es un retrato que puede asustarnos o tener para nosotros una connotación negativa, pero aun así, no podemos negar que se repite en la Biblia, por tanto, es importante que lo conozcamos (ver, por ejemplo, Deut. 9:3 e Isa. 33:14).
En la Palabra de Dios, el concepto “fuego consumidor” está asociado la mayoría de las veces a castigo, destrucción y tormento; no obstante, en este pasaje de Hebreos 12, y a juzgar por el contexto, la connotación no es negativa, pues se presenta el hecho de que Dios es fuego consumidor como razón para que le demos gracias y lo adoremos con devoción y reverencia: “El reino que Dios nos da, no puede ser movido. Demos gracias por esto, y adoremos a Dios con la devoción y reverencia que le agradan” (Heb. 12:28, DHH).
El fuego también aparece en la Biblia como símbolo de la presencia o de la acción directa de Dios. Así, por ejemplo, el fuego que se manifestaba en la cubierta del arca del pacto en el Santuario israelita; el fuego que sobrecogió la zarza en el desierto ante Moisés; el fuego que descendió sobre el altar que preparó Elías en el monte Carmelo; o el fuego que vieron los israelitas en el Sinaí en ocasión de la entrega de la Ley de Dios, son evidencias de que este símbolo ha dado seguridad y dirección a los hijos de Dios a lo largo de los siglos.
Dios también se retrata como “fuego consumidor” para recordarnos que él irá al frente de nosotros mientras marchamos para cumplir sus órdenes, y que luchará contra nuestros enemigos, arrasándolos como hace el fuego con todo lo que encuentra a su paso. Dios quiere que sepamos que él es capaz de impedir que el fuego de la envidia, la presión y la persecución tengan efecto sobre nosotros, aunque los que preparen ese fuego lo hayan calentado siete veces más de lo normal. Nuestro Dios vendrá, estará con nosotros dentro de ese fuego y hará que salgamos de él sin que siquiera tengamos olor a humo.
En fin, este concepto nos ayuda a entender que la forma adecuada de relacionarnos con el Señor es en santidad, obediencia, devoción y adoración. A nadie le irá bien yendo en contra de lo que él ha dicho. Para los que no obedecen su Palabra, él resultará un fuego consumidor.
Que el fuego de su presencia nos cubra, el fuego de su poder nos defienda, y que nunca seamos arrasados por el fuego de su juicio.