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“Por el cual soy embajador en cadenas…” (Efesios 6:20).
Apreciado embajador:
Te escribo para actualizarte sobre la marcha del evangelio que ayudaste a establecer en Éfeso. Recuerdo cuando no dejabas de predicar ni siquiera preso y hoy algunos ni siquiera libres proclaman a Jesús. Recuerdo cuando nos desafiaste a dejar la sabiduría del mundo para seguir la locura de la predicación, y hoy algunos prefieren la cordura del mundo antes que la locura del evangelio.
Fuiste muy claro al enseñarnos que tenemos que ser edificados sobre la roca inamovible de su Palabra, pero algunos optan por construir sobre las arenas movedizas de sus opiniones. Fue alentador saber que no somos forasteros ni extranjeros sino ciudadanos del Reino eterno; pero es desalentador percibir que algunos desechan la herencia eterna por una residencia provisoria en esta Tierra.
Timoteo entendió que el amor al dinero es la raíz de todos los males, pero hoy algunos creen que el dinero es la solución a todos los problemas. Nos emocionaste al ver que, por tu amor a Cristo, bien valía la pena perder todas las cosas. Hoy nos entristecemos al ver que algunos prefieren perder a Cristo por amor a todas las cosas.
¡Qué inspirador fue escuchar tu testimonio de los hermanos de Berea, quienes eran muy nobles porque recibían la palabra con toda solicitud y profundizaban en el mensaje bíblico cada día! Sin embargo, parece que hoy no hay tiempo para eso porque hay muchas cosas importantes que hacer.
Querido embajador, te considerabas el más pequeño de todos los santos y el primero de los pecadores. Hoy muchos se sienten el más grande de los santos y el menor de los pecadores. En lugar de contar las pequeñas cosas que Dios ha hecho por ellos, prefieren contar las grandes cosas que han hecho para Dios. No promueven la gloria del Cielo, buscan ser aplaudidos en esta Tierra. En lugar de ser prisioneros de Cristo, prefieren que Cristo sea su rehén. En lugar de reconocer y apropiarse de la armadura de Cristo para enfrentar la dura batalla de la vida, toman la vida como un entretenido juego en un parque de diversiones. Parece que algunos no se dan cuenta de que la iglesia es un bote salvavidas, no un lugar para pasear como si fuera un barco de placeres. ¿Qué nos pasó?
Embajador, queremos tener tu compromiso con el Señor, tu fidelidad, tu coraje, tu caminar infatigable en la Tierra con tu mirar inamovible en los cielos.
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Padre: Ayúdame a ser como Pablo. Ayúdame a ser reavivado por una pasión.