Matutina para Adultos | Viernes 04 de Abril de 2025 | La fuerza de amar

Matutina para Adultos | Viernes 04 de Abril de 2025 | La fuerza de amar

La fuerza de amar

«Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Pero yo digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en los cielos. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos» (Mateo 5: 43-45, NVI).

Probablemente no haya ningún consejo de Jesús más difícil de seguir que este. ¿Es realmente posible amar a nuestros enemigos?

En tal día como hoy, el 4 de abril del año 1968, Martin Luther King, pastor bautista, premio Nobel de la Paz de 1964, apóstol de la lucha no violenta en favor de la igualdad entre las razas humanas, fue asesinado en Atlanta (Georgia, EE.UU.), a la edad de 39 años, por un segregacionista blanco.

En realidad, su lucha consistía, en pocas palabras, en traducir en hechos concretos la igualdad racial proclamada por la Constitución de los Estados Unidos. ¿Era eso tan difícil? ¿Es tan difícil amar al otro cuando es de otra raza?

Las religiones tienen desde siempre un infausto éxito cuando se centran en decirnos a quién odiar. El odio al otro tiene muchos seguidores, desde la antigua Inquisición hasta las formas más integristas de la contemporánea sharia. El mensaje de Jesús resulta tan difícil de poner en práctica porque aspira a enseñarnos a amar a todos.

El Nuevo Testamento griego emplea tres palabras diferentes para hablar de amor. El término eros describe toda esa gama de sentimientos y emociones que van desde el placer estético al amor romántico, pasando por la atracción física. El término filia designa al afecto mutuo que, sin los ingredientes anteriores, constituye la amistad. Pero en la frase de Jesús el término empleado no es ninguno de esos dos, sino ágape, es decir, la voluntad deliberada de hacer bien al otro.

Se trata, pues, en la frase de Jesús de hacer bien al otro sin más, sin esperar nada a cambio. En amarlo simplemente porque Dios lo ama. Amar al enemigo odiando el eventual mal que nos hace, pero deseando su bien.

Ese amor es humanamente imposible y, por eso, para amar a nuestros adversarios necesitamos la fuerza de amar, una fuerza que no surge de nosotros sino de Dios, que es amor ágape (ver 1 Juan 4: 8); es decir, necesitamos la fuente de ese amor.

Ese sería en síntesis el mensaje de Martin Luther King, plasmado de modo impactante en su obra Strength to Love (La fuerza de amar, en español).

Para mi crecimiento espiritual necesito que me des, Señor, la fuerza de amar como tú quieres.

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