
El valor de mi Biblia
«Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad» (Juan 17: 17).
Una noche de invierno, en una de las pequeñas ciudades francesas de la costa este del lago Leman, iba hacia mi automóvil de regreso de un estudio bíblico cuando, de pronto, en un callejón solitario y poco iluminado, me rodearon unos cinco o seis jóvenes de no muy buen aspecto, armados con un bate de beisbol, cadenas, y esgrimiendo al menos una navaja.
Yo llevaba en la mano una cartera pequeña, con mi vieja Biblia.
—Denos todo lo que lleve que tenga valor— me dijo uno de los atracadores.
—Bueno —le respondí tendiéndole mi cartera—, todo lo que llevo de real valor está aquí. Soy pastor adventista.
El joven me arrebató la cartera de las manos y, abriéndola apresuradamente, se encontró, en efecto, solo con una vieja Biblia. El joven se quedó perplejo, entre contrariado y cohibido, y, tras un instante de vacilación, me dijo:
—Muy valiente, Monsieur le pasteur (señor pastor). Si para usted su Biblia es tan valiosa, quédese con ella y váyase rápido. Hoy su Biblia le ha protegido, pero procure no pasar por este barrio a estas horas.
En el pasaje escogido para hoy, Jesús nos dice que la Palabra de Dios nos santifica. Pero ¿qué quiere decir aquí eso de «santificar»?
En el lenguaje bíblico «santificar» significa «separar», «proteger», «poner aparte», «consagrar». Sin saberlo mi joven atracador había dicho algo importante sobre la Biblia al afirmar que me había protegido. No sabía que la protección más importante que me proporciona la Biblia no es contra los pequeños delincuentes, sino contra enemigos mucho más serios.
La Palabra de Dios nos protege en diversos niveles de nuestra vida personal. Así lo asegura el salmista: «Escudo y protección es su verdad. No temerás al terror nocturno […] ni a la pestilencia que ande en la oscuridad […], pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos» (Sal. 91: 4-6, 11). Estas metáforas de protección física no deben hacernos olvidar que la principal protección prometida es espiritual.
Dios, a través de las verdades de su Palabra, nos protege de muchos errores y engaños. Y sobre todo nos protege de nosotros mismos, en el sentido de que nos pone aparte, nos saca de la atmósfera de lo profano y nos eleva a la atmósfera de lo divino. Ilumina nuestro camino y nos hace crecer, llenándonos de luz, de fuerza, de valor, de amor y de alegría.
Gracias, Señor, por todo el bien que me hará hoy tu Palabra.