Matutina para Adultos, Viernes 23 de Julio de 2021

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Redimiendo el tiempo

“Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:16).

Se dice popularmente que hay que saber aprovechar las oportunidades porque estas tienen fecha de vencimiento. La palabra “oportunidad” viene del latín y significa “hacia el puerto”. Da la idea de una nave que aprovecha el viento y la corriente para llegar al puerto con seguridad. Lo breve de la vida es un fuerte argumento para hacer buen uso de las oportunidades que Dios nos da. El otro argumento es que los días son malos. En los tiempos de Efesios 5, “los días malos” eran por la persecución del Imperio Romano, que amenazaba con debilitar el cumplimiento de la misión. 

A continuación, trazaré un paralelismo en contraste con “algunas ideas modernas” comparadas con las “viejas ideas del apóstol”.

Hoy, en muchos ambientes religiosos, impera el concepto de la Teología de la Prosperidad. Esta sostiene que cuanto más fieles somos, más tenemos. En algunos casos podría ser, pero la relación con Dios no es un negocio. 

Hoy muchos religiosos anteponen sus títulos o experiencia; Pablo prefería llamarse esclavo o deudor antes que apóstol. 

Hoy muchos predican un evangelio motivacional, centrado en la autoestima y la autoayuda. Es un evangelio antropocéntrico, con énfasis en lo que cada uno puede hacer. Pablo, sin embargo, predicaba el evangelio de Jesucristo, porque es imposible que el hombre pueda salvarse por sí mismo. Es algo que no estaba basado en sabiduría propia sino en la sabiduría que viene de Dios. 

Hoy muchos se autoexaltan, aun por sus propias buenas obras. Pablo buscaba hacer todo para la gloria de Dios, ya que sabía que no tenía de qué gloriarse. Pablo cumplía lo que bien resumiría siglos más tarde Charles Spurgeon: “Cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo, pero no digas nada de lo que tú haces para Dios. No promuevas aplausos, promueve su gloria”.

Hoy muchos licuan la doctrina, la diluyen, le hacen un descuento. Pablo la mantuvo siempre en alto y no negoció con el mensaje. Podía negociar las formas, pero nunca con el fondo.

Escribió Elena de White: “La vida es demasiado corta para que se la disipe. No tenemos sino unos pocos días de gracia en los cuales prepararnos para la Eternidad. No tenemos tiempo para perder, ni tiempo para dedicar a los placeres egoístas ni tiempo para entregarnos al pecado” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 76).

Levantémonos del sueño (Rom. 13:11) y pongamos a trabajar todas nuestras habilidades dadas por Dios.

Vamos a redimir el tiempo; es decir, vamos a recuperar el tiempo perdido. No solo porque los días son los peores. También son los últimos.

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