“El año agradable del Señor”
“Me ha enviado […] a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18, 19).
Vamos a leer dos pasajes a fin de de encontrar la frase que los diferencia. El primero se encuentra en Isaías 61:1 y 2: “El espíritu de Jehová, el Señor, está sobre mí, porque me ha ungido Jehová. Me ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová y el día de la venganza del Dios nuestro” (énfasis agregado). El segundo se encuentra en Lucas 4:18 y 19: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor” (énfasis agregado).
Efectivamente, Jesús estaba cumpliendo la promesa de Isaías 61. De hecho, en el versículo 21 de Lucas 4 podemos leer que Jesús dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura”. Sin embargo, no podemos pasar por alto que el Señor cambia la frase “el día de la venganza del Dios nuestro” por “predicar el año agradable del Señor”. Se ha cambiado el día de la venganza por el año de la gracia. Mientras que la venganza dura solo un día, la gracia se expande durante un año: un año que se traduce en una era inacabable que comienza con un “hoy”, ahora mismo. ¿Qué preferimos, venganza o gracia? Con independencia de lo que decidamos elegir, nuestro Maestro prefirió dar todo el protagonismo a la gracia. Jesús era y sigue siendo el embajador de la gracia divina.
Elena de White dice que “el mundo está repleto de hombres y mujeres agobiados por el pesar, los sufrimientos y el pecado. Dios envía a sus hijos para que les revelen a Aquel que quitará el peso y les dará reposo. Es la misión de los siervos del Señor ayudar, bendecir y sanar” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 61).
“Ayudar, bendecir y sanar”, para eso existe su iglesia, para que “el año agradable del Señor” sea una experiencia auténtica en todos nosotros. Como siervos del Señor que somos, que esta misión sea una realidad en nuestra vida hoy y siempre.