Un Dios incansable
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Él quita todo pámpano que en mí no lleva fruto; y poda al que lleva fruto, para que dé más fruto” (Juan 15:1, 2).
En la analogía que Juan 15 nos presenta como retrato de Dios, Jesús declara que su Padre es el labrador. Es decir, el que siembra la vid, la riega, la abona, la limpia, la cerca y hace todo lo necesario para que produzca fruto. Cristo dice que el Padre está al pendiente de cada rama, limpia las que están conectadas para que puedan fructificar aún más, y quita aquellas que están desconectadas de la vid.
Dios, como labrador, está involucrado estrechamente con lo que está pasando en nuestra vida. Él conoce a cada persona individualmente y tiene algo que hacer con ella. No es que Dios se inventara la salvación, enviara a su Hijo a dirigir el plan y luego se dedicara a ver qué pasa. ¡No! El Padre mismo es el labrador. El mundo es el terreno de Dios, que él trabaja cada día y para el cual hace todo lo que puede de tal manera que produzca fruto. El mundo no es un lugar donde solo Satanás se dedica a dañar, destruir y hacer crecer la cizaña para estropear la cosecha; también es un lugar donde el Padre trabaja activamente para salvarnos.
Nuestro Dios es un labrador espiritual. Los labradores son trabajadores de todos los días: no dejan nunca de cuidar su viña. No descansan, porque siempre hay algo que hacer (limpiarla, prepararla para la siembra, abonarla, reparar cercas, sacar las malezas que crecen con la siembra, regar, cosechar y volver a empezar el ciclo). Todo esto lo hace con el propósito de ver fruto.
Según lo que dijo Cristo, ese trabajo Dios lo hace con cada uno de nosotros; lo único que puede impedirlo es que tú mismo decidas desconectarte de Jesús. Eso es lo que va a intentar Satanás de todas las maneras posibles. A él no le importa que asistas a la iglesia, que seas uno de los líderes, que cantes en el coro o que estudies en la escuela de la iglesia, siempre y cuando no estés conectado a Jesús. En cambio, si te enfocas en estar conectado con Jesús, entonces no tienes que desesperar por los defectos y debilidades que ves en ti.
Tu parte es mantenerte conectado a la Vid, porque para todo lo demás hay un divino Labrador que hará todo lo necesario para que lleves fruto. ¡Conéctate ya!