
«Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre»?» (Mateo 16: 13).
Preparar la segunda venida de Cristo es, sobre todo, dar a conocer a Jesús. En efecto, pero ¿quién es Jesús para ti?
«Un poeta, un dulce y soñador que recorría los campos de Palestina», así describía a Jesús de Nazaret en el siglo XIX el historiador francés Ernest Renan. Siguiendo esa idea, la iconografía religiosa popular deja en muchos la imagen de un bebé recién nacido…, convertido más tarde en un Cristo dulzón, de rostro delicado, casi femenino, de gesto blando.
Jesús es un desconocido aún para muchos cristianos. Además en Navidades casi nunca hablan de él. Como máximo repiten que nació en Belén, citan a veces algo de lo que dijo, aluden a algo de lo que hizo, pero pocos hablan en serio de él y de su increíble misión. Quizá simplemente porque no lo conocen bastante.
Aparte de lo de los pastores y los magos, muchos cristianos conocen muy poco de aquel humilde carpintero que un día cerró la puerta de su taller y salió a reunir discípulos con los que cambiar el mundo.
Este tiempo de Adviento es un buen momento para dar a conocer a quien fue «el Hijo del hombre» por excelencia. Aquel niño excepcional, que puso al servicio de Dios todo su ser, todas sus energías, su notable inteligencia, su increíble amor, su vocación de servicio, y que dio su vida por nosotros.
Aquel joven predicador, comprometido con la causa de la verdad, dedicado a tiempo completo a hacer el bien (ver Hech. 10: 38), valiente hasta la muerte, concuerda mal con la imagen del Jesús que nos han querido vender, del asceta místico de semblante demacrado, o del Cristo rey irradiando poder contra sus enemigos, o el juez severo, repartiendo sermones como un reproche andante. ¡Sus adversarios le echaban en cara justamente lo contrario! (ver Mat. 11: 19).
Su misión era mostrarnos el camino de la felicidad verdadera: «Estas cosas les he hablado para que mi gozo esté en ustedes, y su felicidad sea completa» (ver Juan 15: 11). Jesús vivía inmerso en la felicidad que da servir a Dios, y estaba deseoso de hacer felices a quienes encontraba. Su objetivo era darles vida eterna (ver Juan 3: 16).
Este Jesús, nacido un día en Belén, comprometido hasta la médula con la proclamación del reino de Dios, cuenta con nosotros para darse a conocer. Vino a este mundo para salvarnos y ha prometido volver pronto para cumplir sus promesas.
¿Quién es Jesús para ti, realmente? ¿Quién dices tú que es Jesús a quienes te rodean?
Señor, hoy quiero reflejarte un poco mejor.

