La búsqueda del tesoro
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”
(Lucas 6:45).
El juego de la búsqueda del tesoro atrapa a todas las edades.
Jugué muchísimas veces con mis amigos y familia, y lo usé mucho a la hora de dar clases también, pero solo una vez tuve que cavar para encontrar el tesoro.
Con el Club de Conquistadores habíamos dedicado un domingo entero a hacer actividades al aire libre, y a la tarde, cuando ya faltaba poco para irnos, nos contaron que íbamos a tener que seguir diferentes pistas hasta encontrar un tesoro.
Habíamos participado en una actividad comunitaria y, antes de la merienda, los consejeros habían preparado esa búsqueda.
Todos ansiábamos una rica torta gigante, de esas que solían hacer para los festejos, y creíamos saber anticipadamente en qué consistía el tesoro. Una vez que llegamos a la pista final, cavamos en el lugar indicado y encontramos un papel que tenía una referencia bíblica que hacía alusión al tesoro que tenemos en la Biblia. Confieso que quedé un poco decepcionada. Esperaba otro tipo de “tesoro”.
Pero con los años aprendí que realmente el mejor tesoro que nos ha quedado en la Tierra es la Biblia, como un cofre repleto de joyas invaluables. Cada vez que la abrimos y “excavamos” en ella, podemos encontrar nuevas lecciones en historias que hemos leído cientos de veces.
Con ella podemos alimentar el tesoro de nuestro corazón, para que sea bueno; o podemos desnutrirlo, para que sea malo. No podremos sacar de nuestro interior algo que no está.
En la actualidad, es muy común escuchar corrientes ideológicas que hablan acerca del bien que está en nosotros y de nuestro poder interior, pero la verdad es que necesitamos a Dios y seremos un pozo vacío si no nos alimentamos del verdadero pan de vida.
¿De qué temas hablas mucho? ¿Qué expresiones habituales usas? ¿Cuáles son tus expectativas al excavar el terreno de la vida? ¿Qué pasatiempos eliges?
Todos estos pueden ser indicadores del contenido de nuestro corazón. Ojalá que, de nuestro corazón, podamos sacar siempre el “buen tesoro”.