Trucos para vivir
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Efesios 4:22-24.
Algunos de los vídeos más vistos en Internet llevan por título Life hacks, cuya traducción vendría a ser algo así como ‘Trucos para la vida’. Normalmente hacen referencia a ciertas propuestas que nos mejoran la existencia. Es interesante observar que la mayoría de estos consejos, en un entorno espiritual, suelen coincidir en la mayoría de las religiones. Suelen ser:
1. Aplicar la regla de oro, ser empáticos con los demás.
2. Trabajar por su felicidad.
3. Tener un enfoque preciso sobre el presente para clarificar la vida personal.
4. Replantearse la prioridad dada a los asuntos materiales.
5. Interactuar con una comunidad.
6. Asumir la responsabilidad de las acciones.
Coincidimos totalmente con estos consejos pero, a mi manera de ver las cosas, falta un elemento circunstancial que permite que este listado deje de ser un paquete de sugerencias éticas para formar parte de una relación espiritual: ponerse en manos de Dios. No hay posibilidad de que estos consejos sean trascendentes si no contamos con quien los hace tracendentes. Si Dios no forma parte de ellos, solo son ideas en un papel.
Es imprescindible la ética, pero la historia está plagada de buenas intenciones que pusieron su eje única y exclusivamente en los elementos humanos. Lo cierto es que esa historia no nos deja muy bien paradas a las personas. Y es que olvidaron el motor de todo cambio: Dios.
Según Pablo, el nuevo hombre es una criatura creada por el Señor en lo realmente horizontal y humano (justicia), y en lo realmente vertical y espiritual (santidad). Esa nueva criatura se aparta de deseos que son simplemente espejismos y se adentra en la nueva realidad que se llama ser hijos de Dios.
Me atrevo a darte unos life hacks (consejos de vida). No hagas a los demás lo que no deseas que te hagan, pues amas tanto a Dios que lo vives así. Que ese amor se concrete en hacer viable la felicidad de los demás. Que esas actividades te permitan desarrollar la misión de tal manera que aproveches cada oportunidad del presente. Que con la perspectiva adecuada, en Cristo, pongas las cosas en su sitio. Que vivas estas experiencias en grupo. Que, si fallas por cualquier motivo, te vuelvas a poner en manos de Dios, quien te hará una persona nueva y te dará una visión espectacular de ti mismo.
Todo con un factor común: Dios en tu vida.