De paso
Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Romanos 4:18.
La mayoría de aeropuertos internacionales se asemejan. Alguien podría objetar esta afirmación y sostener que no tiene nada que ver la multiculturalidad del aeropuerto de Estambul con el lujo del de Dubai, la armonía tecnológica del aeropuerto de Singapur y la estética del de París, las tapas del aeropuerto de Madrid y los jugos del de São Paulo. Es cierto que hay matices, pero todos coinciden en su afán por la limpieza, el brillo, la asepsia y, sobre todo, la seguridad. Esas características los han convertido en “no lugares”. Son espacios de paso, como una autopista, un ascensor, un centro comercial o un aeropuerto. Nadie se queda a vivir en un “no lugar”. Nadie en su sano juicio.
Taré y su familia salieron de Ur, iban camino a una Tierra Prometida. Pero no iban solos. Una de las oleadas de migración más importantes de su época tenía su trayecto de Mesopotamia hacia el occidente. Harán era uno de los destinos para la mayoría de esos emigrantes. No para Taré y su familia. Pero llegaron a Harán, y se quedaron allí porque la mayoría se quedaba. Y es complicado cuando un “no lugar” se convierte en “destino”, porque no es el fin del viaje y siempre falta algo. Abram esperó a que su padre falleciera para continuar su trayecto. Fue respetuoso con los suyos, pero sabía que Harán no era la tierra que Dios le había prometido y continuó viaje. Un viaje largo, pero con promesas y esperanzas.
Julio Cortázar escribió Los autonautas de la cosmopista tras unas vacaciones con su esposa en la autopista de París a Marsella. Sí, pasaron 33 días de viaje en un trayecto de apenas un día. Parece humorístico, y lo es. ¿Quién se va de vacaciones a una autopista? ¿Quién decide instalarse a vivir en un centro comercial? ¿Quién sube a un ascensor y no baja? Pues, y no es nada gracioso, mucha gente.
Este mundo, tal y como lo conocemos, es un “no lugar”. Y no solo porque es un espacio transitorio sino porque la cosa se ha complicado y no es fácil vivir en él. A este aeropuerto se le ha acabado el aire acondicionado, hay huelga de limpieza y se nos ha plagado de terroristas. Lo habíamos concebido como el “destino” de nuestras vidas, pero no es así. Esto, comparado con la tierra que nos ha prometido Dios, no tiene color, ni brillo ni continuidad.
Nunca lo olvides y sigue viajando, porque tu esperanza merece la pena.