
Vida desconectada
“Ya que Dios nos hace estar felices, dejemos de preocuparnos tanto por la vida” (Ecl. 5:20)
¿Te imaginas cómo sería vivir sin tu teléfono inteligente durante una semana? Para muchos jóvenes y adultos de hoy, estar más de 24 horas sin su teléfono resultaría impensable, ya que nos brinda acceso a redes sociales, permite usar el GPS para la navegación, tomar notas y almacenar números de teléfono. Sin embargo, eso es precisamente lo que hicieron un grupo de jóvenes de la Universidad Adelphi como parte de una clase llamada “Life Unplugged” (Vida Desconectada).
La profesora Donna Freitas, encargada de impartir esta clase, solicita a sus estudiantes que entreguen sus teléfonos durante una semana. Posteriormente, los desafía a despertarse a tiempo sin depender del teléfono como alarma, tomar notas en papel y comunicarse con su familia a través de líneas fijas y correo convencional. La profesora también prescinde de su teléfono durante esa semana, como parte del experimento. Explica que su motivación para esta clase radica en “la incapacidad de los alumnos para mantenerse atentos” y desea que ellos puedan “experimentar la vida, las conversaciones y las relaciones sin la constante interrupción que representan los teléfonos”.
Jacob Dannenberg, uno de los chicos que tomó la clase confiesa que al principio le costó acostumbrarse a mirar a su muñeca para saber la hora, o escribir notas a mano para recordar sus compromisos. “Ahora me siento menos estresado —comenta Jacob después de haber tomado la clase—, ya no me preocupa tanto lo que pasa en las redes sociales y puedo quedarme dormido con mayor facilidad”. El resto de los alumnos reportó que aprendió a vivir en el presente, mirando siempre hacia adelante, sin interrupciones y en modo “no molestar”.
Aunque estoy convencido de que la tecnología y los teléfonos inteligentes son una gran bendición y hacen nuestra existencia más fácil y eficiente, también creo que las constantes interrupciones que suponen las notificaciones o el estrés que ocasiona estar pendiente de WhatsApp para saber si “esa” persona contestó, o incluso leyó, nuestro último mensaje se puede convertir en un parásito que nos quita la capacidad de disfrutar el presente.
Dios nos creó para que alcanzáramos la plenitud al relacionarnos con él y con nuestros semejantes, así que hoy te invito a vivir una vida desconectada, sin interrupciones. Creo que si aceptas el desafío tu salud física, mental, social y espiritual se verán grandemente beneficiadas.