La carta olvidada
«No apaguen el fuego del Espíritu. No desprecien el don de profecía» (1 Tesalonicenses 5: 19-20).
En 1850, Stephen Smith vivía en las proximidades de Washington, en Nuevo Hampshire, Estados Unidos. Era un miembro devoto de la iglesia, pero experimentó un cambio en sus creencias con respecto a la segunda venida de Cristo, que lo llevó a adoptar otras creencias y a criticar el ministerio de Elena G. de White.
Sin embargo, el Señor mostró su amor por Stephen Smith enviándole un mensaje que buscaba enmendarlo de su camino. Y lo hizo mediante una carta escrita por Elena G. de White. A pesar de ello, cuando Stephen recibió la carta, se enfureció y decidió guardarla en un viejo baúl en su hogar.
Pasaron veintisiete años. En 1884, Stephen Smith, ya viejo, comenzó a leer la Revista Adventista en inglés. Algunos artículos lo conmovieron, y dijo: «Esta es la verdad». Y se dio cuenta de que quien lo había escrito era Elena G. de White. A medida que leía esos artículo, su esposa y otros vieron un cambio notable en su vida.
En 1885, Eugene W. Farnsworth, un predicador adventista, estaba liderando una serie de reuniones de reavivamiento. Como Stephen Smith lo conocía, decidió viajar diecinueve kilómetros para asistir al servicio del sábado. Al finalizar, se levantó y dijo: «Es evidente para cualquier persona honorable que Dios está respaldando el movimiento adventista y está en contra de aquellos que se oponen. Deseo unirme de corazón a la iglesia».
Después de un tiempo, Stephen Smith reflexionó sobre su pasado. Recordó la antigua carta de Elena G. de White y, por primera vez en veintiocho años, sintió curiosidad por leerla. Con manos temblorosas, abrió el viejo baúl y desplegó la carta, y encontrando una descripción detallada de cómo sería su vida si persistía en su conducta impía. Al repasar sus últimos treinta años alejado de Dios, vio que las predicciones de la carta se habían cumplido. El sábado siguiente, dio otro testimonio sobre el amor de Dios hacia los pecadores y la guía divina en la iglesia a través del Espíritu de Profecía.
Y tú, ¿cómo reconoces en las Escrituras y los escritos de Elena G. de White consejos inspirados por Dios? Las Escrituras afirman: «¡Crean en el Señor, el Dios de ustedes, y tendrán éxito! ¡Crean a sus profetas, y les irá bien!» (2 Crónicas 20: 20).