Dios, nuestro centro de control en las dificultades
«Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes» (1 Pedro 5: 7).
¿Te imaginas estar en el espacio, a cientos de miles de kilómetros de la Tierra, y que tu nave espacial sufra una explosión? Eso fue lo que les pasó a los astronautas del Apolo 13 en 1970. Ellos tenían una misión: llegar a la Luna y regresar sanos y salvos. Pero un accidente puso en peligro sus vidas y su objetivo.
Cuando se comunicaron con el centro de control en Houston, dijeron: «Houston, tenemos un problema». En realidad, tenían muchos problemas. Su nave estaba dañada, perdían oxígeno y energía, y no podían usar el motor principal. Necesitaban un diagnóstico preciso y una solución rápida para poder sobrevivir y volver a casa.
Los expertos de la NASA trabajaron sin descanso para analizar la situación y diseñar un plan de rescate. Usando el módulo lunar como bote salvavidas, los astronautas lograron realizar las maniobras necesarias para reorientar la nave y acercarse a la Tierra. Después de cuatro días de angustia e incertidumbre, lograron amerizar en el Océano Pacífico. Fue un milagro de la gracia de Dios y de la ciencia.
Del mismo modo, nosotros también tenemos una misión: seguir a Cristo y cumplir su voluntad. Pero muchas veces nos encontramos con problemas que nos desvían o nos desaniman. La buena noticia es que no estamos solos. Tenemos a Dios, que nos ama y nos cuida. Tenemos su Palabra, que nos guía y nos enseña. Tenemos su Espíritu, que nos fortalece y nos consuela. Y tenemos su iglesia, que nos apoya y nos anima. Si recurrimos a estos recursos, podremos superar los problemas que se nos presenten y seguir adelante con nuestra misión.
No te des por vencido ante las dificultades. No te aísles ni te rindas. Busca a Dios en oración, estudia su Palabra, usa tus dones para servir en tu iglesia local y gózate en la gracia de Cristo. Él te ayudará a resolver tus problemas y te dará la victoria.
¿Qué problemas enfrentas hoy? ¿Qué puedes hacer para solucionarlos? ¿A quién puedes pedir ayuda? ¿Qué promesas de Dios te dan esperanza? Te invito a reflexionar sobre estas preguntas y a tomar una decisión que te acerque más a Dios y a tu misión.