‘Yi luan ji dan’ (huevos contra piedras)
Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 2 Corintios 4:16.
Hace algunos años leí un artículo que me impresionó. Hablaba de física y de huevos de gallina. No, no hacía referencia a si fue primero la gallina o el huevo, tampoco a la alquimia del ovum philosophicum. Era más sencillo. El artículo aludía a una expresión china (Yi luan ji dan), y trataba sobre el impacto de un huevo sobre una roca y cómo siempre se rompe el huevo. Se instaló en mi mente como un modelo a respetar cuando chocan dos fuerzas desiguales. Y hay muchas situaciones en la vida como esas, y seguro que las habrás vivido. Pero el otro día, me topé con una frase anónima que me hizo repensar mi concepto sobre los “huevos” y las “rocas”. Dice así: “Si una fuerza externa rompe un huevo, se acaba la vida. Si lo rompe una fuerza interna, comienza la vida. Cambia desde tu interior”. Es espectacular y la tenía que compartir contigo porque, quizás, el problema no esté en las rocas.
La Rupicola peruviana, o tunqui, es el ave nacional del Perú y es de una belleza increíble. Se llama “rupicola” porque vive y anida en las piedras montañosas. De hecho, las hembras se mimetizan con las laderas de la montaña de tal manera que son difíciles de avistar. El problema para esta especie no son los peñascos. Es más, muchos la llaman “gallito de las rocas”. No temen a estas.
Nos pasamos la vida temiendo a las rocas y cómo nos pueden afectar, cuando tendríamos que estar creciendo interiormente para salir del huevo, para vivir. Y por eso me gusta 2 Corintios 4:16, porque los corintios estaban muy amenazados por todo, pero reciben el consejo de Pablo de no desistir, de tener la paciencia de los que saben que en el interior estamos creciendo. Por fuera podemos recibir embates, pero nos renovamos cada día y volvemos a intentarlo porque no desmayamos. Y es que la paciencia modela nuestro carácter. ¡Dame una persona con paciencia y tendrás una verdadera historia de vida!
Cristo pidió que no se nos quitase del mundo sino que se nos apartase del mal. Entiendo que es la clave de muchos de nuestros problemas, porque la mayor de nuestras luchas no es con lo exterior sino con nosotros mismos. Como decía B. Lewis:
“La diferencia entre un peldaño y un obstáculo es lo alto que levantas el pie”. Vamos, que la cosa no va de rocas sino de aves surcando con destreza la inmensidad del cielo.