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«Pisotearás leones y cobras; ¡aplastarás feroces leones y serpientes bajo tus pies!» (Sal. 91:13, NTV)
¿Te imaginas estar rodeado por cuatro mil serpientes venenosas, todas capaces de atacarte en cualquier momento? Tanto mi abuela materna como mi madre le temen profundamente a las serpientes, así que me imagino que se desmayarían solo de pensar en tal escenario. Sin embargo, aunque esto pueda parecer sacado de una película de terror, existe un lugar en el mundo donde esta situación es una cruda realidad.
La Isla Quemada Grande se encuentra en el Océano Atlántico, a unos 40 km de las costas de Brasil. Este lugar es el hogar de una especie de serpiente única en el mundo, conocida como Bothrops insularis o serpiente dorada. Se estima que entre 2 mil y 4 mil de estas serpientes habitan en la isla. Su veneno es extremadamente potente y puede causar necrosis, hemorragia interna y, en casos graves, la muerte en cuestión de horas. Estas serpientes se alimentan principalmente de aves migratorias que llegan a la isla, aunque también pueden atacar a cualquier otro animal o humano que se acerque demasiado. Debido a este peligro, la isla está prohibida para los visitantes y solo se permite el acceso a algunos científicos con permiso especial del gobierno brasileño.
La serpiente se ha convertido en un símbolo de horror, miedo, peligro, toxicidad y muerte, un excelente símbolo para todo lo que representa Satanás, la «serpiente antigua» (Apoc. 12:9). Hoy en día Satanás actúa mediante serpientes como el miedo, las debilidades, tentaciones, malos hábitos, la culpa, los complejos y
otros males cuyo veneno atrofia las conexiones neurológicas que te vinculan a Dios, paraliza los músculos que te permiten doblar tus rodillas y levantar tus manos al cielo.
Ciertamente, para cada serpiente existe un antídoto, incluso para una tan mortífera como lo es Satanás. La Biblia afirma que tú y yo podemos sobrevivir al veneno satánico y alcanzar la victoria «por medio de nuestro señor Jesucristo» (1 Cor. 15:57). Hoy, puedes mantener tu conexión con Jesús de varias formas: escuchando una canción que te acerque a él, leyendo las Escrituras, llevando a cabo una acción en favor de tu prójimo y reflexionando «en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama […], en toda clase de virtudes [y] en todo lo que merece alabanza» (Fil. 4:8).