El amor encuentra el camino
«Así hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que vive en el amor, vive en Dios y Dios en él» (1 Juan 4: 16).
Hace unos quinientos años un joven llamado Quinten Massys trabajaba como aprendiz de herrero. En los ratos de ocio le agradaba crear piezas artísticas. Una hermosa joven, hija de cierto artista, se detuvo un día junto a la puerta de la herrería y examinó algunos de los trabajos realizados por Quiten. Este, con el rostro y las manos sucias y cubierto con un delantal de cuero, explicó a la delicada jovencita el diseño y la técnica de sus obras. Se enamoró de ella al instante, pero fue bastante prudente para darse cuenta de que no era correspondido. Pidió entonces permiso a su padre para cortejarla. Este quedó horrorizado al oír que un simple herrero pretendía a su hija, y respondió que solo un artista reconocido sería bienvenido en su casa.
Quiten Massys decidió cambiar el rumbo de su vida e ingresó en una academia de arte como aprendiz. Su dedicación al trabajo, su humilde obediencia a Cristo y su amor por la jovencita permitieron que se revelaran en él notables talentos. Llegó a ser uno de los grandes exponentes del arte flamenco. Cuando se le preguntó qué lo había motivado a llegar hasta allí, respondió: «El amor me convirtió en pintor».
El amor convirtió al Dios Todopoderoso en nuestro Salvador. Pablo expresa que «Dios nos demostró su gran amor al enviar a Jesucristo a morir por nosotros» (Romanos 5: 8, TLA). El amor es la naturaleza de Dios, por eso cuando Moisés le pidió ver su gloria, Dios pasó delante de él proclamando: «¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado» (Éxodo 34: 6, 7).
De la misma manera que Quiten Massys, tú y yo podemos ser transformados por el amor. «El amor de Cristo domina nuestras vidas. Sabemos que él murió por todos y que, por lo tanto, todos hemos muerto» (2 Corintios 5: 14, TLA). Antes estábamos perdidos, pero hemos sido salvados, ¿cómo responderemos a ese amor? La mejor manera de hacerlo es abrir hoy nuestro corazón sin reservas a nuestro Señor Jesucristo.