Contemplando al Creador a través de la creación
«El cielo proclama la gloria de Dios; de su creación nos habla la bóveda celeste» (Salmo 19: 1).
En cierta ocasión, Fred Hoyle, astrónomo de renombre internacional, escribió: «Ningún genio literario podría haber imaginado un relato menos fantástico que los hechos reales desentrañados por la ciencia astronómica. Basta con comparar nuestra búsqueda de la naturaleza del universo con las fantasías de maestros tan reconocidos como Julio Verne y H. G. Wells para comprender que los hechos superan ampliamente la ficción» (The Nature of the Universe [La naturaleza del universo], p. 133).
La grandeza y la complejidad del universo revelan la gloria de Dios de una manera asombrosa. A medida que contemplamos los cielos estrellados, nos encontramos ante la magnificencia de su creación. El salmista tenía razón al afirmar que «el cielo proclama la gloria de Dios».
La ciencia astronómica ha desentrañado innumerables maravillas cósmicas, desde la vastedad de las galaxias hasta los intricados mecanismos de los sistemas estelares. Cada descubrimiento nos muestra la sabiduría y el poder infinito de nuestro Creador. A través del telescopio, podemos adentrarnos en las regiones celestiales más lejanas y observar estrellas en explosión, nebulosas coloridas y cúmulos de galaxias que desafían nuestra comprensión.
Sin embargo, debemos tener cuidado de no caer en el error de atribuir toda la gloria a la creación en sí misma. Los cielos y las estrellas son solo instrumentos que apuntan hacia el Autor de todo. Por eso en medio de nuestra fascinación por los cielos, debemos recordar que el propósito final de la creación es apuntar a Dios y llevarnos a una relación íntima con él. Al mirar los cielos estrellados, recordemos que el Dios creador nos ama tanto que envió a su único Hijo para que tengamos vida eterna.
La maravilla y grandeza del universo deberían ser fuentes de inspiración para buscar a Dios de manera más profunda y compartir su amor con otros. No nos quedemos simplemente en la contemplación pasiva de las estrellas, levantemos nuestra voz y anunciemos las buenas nuevas de la salvación. Nuestra vida debe ser un testimonio vivo de la gloria de Dios, que refleje constantemente su amor y gracia a todos los que nos rodean.
¿Qué acciones concretas puedes realizar hoy mismo para compartir las maravillas del Dios creador con aquellos que te rodean?