Cien por uno
“Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio buena cosecha; algunas espigas dieron cien granos por semilla, otras sesenta granos, y otras treinta” (Mat. 13:8, NTV)
Ayer compartí contigo el principio bíblico de la cosecha: cosecharás lo que has sembrado, ni más ni menos. ¿Te sorprendería saber que eso es solo una parte de la verdad? En Mateo 13, Jesús contó la parábola del sembrador y, utilizando una metáfora agraria, el Maestro destacó que no solo cosechamos lo que sembramos, sino que también cosechamos más de lo que sembramos. El versículo de hoy indica que cada grano tiene la capacidad de producir treinta, sesenta o incluso cien granos más. ¿Cómo es posible esto?
La respuesta se encuentra en un principio matemático conocido como “el efecto compuesto”, que es simplemente el resultado de una acción que, aunque pequeña, se repite una y otra vez durante un largo periodo de tiempo. Por ejemplo, si consumes cien calorías adicionales cada día, al final del año habrás ganado unos cinco kilos más; pero si consumes cien calorías menos cada día, al final del año habrás perdido cinco kilogramos.
La repetición y el tiempo aumentan exponencialmente nuestras acciones. James Clear afirma que “el tiempo amplía el margen entre el éxito y el fracaso. Multiplicará todo lo que le des. Los buenos hábitos hacen que el tiempo sea tu aliado. Los malos hábitos hacen que el tiempo sea tu enemigo” (Hábitos atómicos [Paidós, 2018], p. 26).
En el plano espiritual se puede aplicar el mismo principio. C. S. Lewis escribió que “el mal y el bien aumentan los dos a un interés compuesto. Por eso, las pequeñas decisiones que tomamos todos los días son de una importancia infinita. La más pequeña buena acción de hoy es la conquista de un punto estratégico desde el cual, unos meses más tarde, podremos avanzar hacia victorias con las que nunca soñamos. Ceder hoy a nuestra ira o nuestra lujuria, por trivial que sea esa concesión, es la pérdida de un camino, una via férrea o un puente desde los que el enemigo puede lanzar un ataque de otro modo imposible” (C. S. Lewis, Mero cristianismo [HarperOne, 2006], p. 91.
Hoy te invito a hacer del efecto compuesto tu aliado y no tu enemigo. Tomar una decisión sabia o hacer algo bueno para Dios puede parecer insignificante, pero sigue haciéndolo. No tienes ni idea de la importancia que puede llegar a tener en el futuro.