Una amistad a prueba de uniformes
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).
Wilm Hosenfeld y Wladyslaw Szpilman fueron dos amigos inusuales en una época inusual.
Wilm, que para entonces era un soldado alemán del partido nazi, encontró a Wladyslaw, un judío polaco que llevaba tiempo escondido intentando preservar su vida. Al preguntarle por su profesión, Wladyslaw respondió que era pianista y ejecutó, a pedido del soldado, un nocturno de Chopin en do sostenido menor. Hosenfeld, favorablemente impresionado por el talento innegable de este prófugo, lo ayudó a mejorar su escondite y le proveyó de alimento durante un mes. Además, le llevaba el periódico para que pudiera leer las esperanzadoras noticias de la pronta caída de Alemania. Wladyslaw dijo en una oportunidad: “Fue el único ser humano con uniforme alemán que conocí”. Ambas partes de esta amistad corrían un riesgo que les podía costar todo. Sin embargo, estuvieron dispuestos a asumirlo.
Si bien es un deber moral no hacer daño a un inocente, en esas circunstancias este soldado tenía el deber de matarlo… y no lo hizo.
La historia llegó al cine bajo el título de “El pianista”, y aunque ganó varios premios, quizás esta historia de amistad tan inesperada quedó un poco opacada.
Hizo amplia provisión de alimentos, pero mostró que su amistad consistía en mucho más que eso. También nos trajo noticias del fin de la guerra, noticias esperanzadoras que debían alegrarnos y de las que podemos participar.
No tuvo problema en juntarse con pecadores, de manchar su reputación, de hacer el bien cuando era debido y de tratar con los malheridos. Nos amó hasta lo sumo y nadie tuvo mayor amor que él, que puso su vida por sus amigos.
¿Cómo responderemos a su amor? ¿Lo llamamos Amigo nosotros también? ¿Cómo eres con tus amigos? ¿Pueden contar contigo aunque vengan momentos difíciles?