
Cuestión de ciudadanía
“Pero ellos deseaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les tiene preparada una ciudad” (Heb. 11:16)
La historia de mi país resguarda los nombres de destacados hombres y mujeres. Entre ellos, uno de los menos reconocidos pero a quien admiro profundamente es Miguel Canela Lázaro, nacido en Santiago de los Caballeros, mi ciudad natal. Miguel desempeñó roles significativos como agrimensor, médico, botánico y alpinista, obteniendo reconocimiento por sus notables méritos. Quizás su mayor aporte fue haber identificado en la anatomía humana el “ligamento peroneo-astrágalo-calcáneo”, mejor conocido como “el ligamento de Rouviere y Canela”.
Rouviere fungió como profesor de Miguel Canela, y el Dr. Canela accedió a que el ligamento llevara su apellido solo si también se incluía el nombre de su maestro. Además de su modestia y humildad, Miguel Canela demostró ser un patriota ejemplar. A pesar de recibir la oferta del gobierno francés de ser reconocido como “Hombre de Ciencia” por sus contribuciones, la rechazó. Este honor requería renunciar a su nacionalidad para aceptar la francesa, una condición que Canela no estaba dispuesto a aceptar.
En la Biblia, hubo un personaje que declinó el honor de ser reconocido como parte del imperio más poderoso de su tiempo para unirse a un pueblo totalmente desconocido y carente de grandeza: Moisés. La Carta a los Hebreos señala que “Moisés, cuando ya fue hombre, no quiso llamarse hijo de la hija del faraón” sino que “prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios” (Heb. 11:24-25).
¿Tomó Moisés una buena decisión al rechazar la ciudadanía egipcia? Hoy puedes visitar los grandes museos de El Cairo, el Louvre y el Museo Británico y ver las momias de los grandes faraones de antaño, pero no puedes encontrar en ningún lugar del planeta la tumba de Moisés. Al elegir la ciudadanía hebrea, Moisés también adquirió la ciudadanía celestial, lo que le permitió entrar en la ciudad “de la cual Dios es arquitecto y constructor” (Heb. 11:10).
Al igual que Moisés, hoy tienes la oportunidad de elegir tu ciudadanía, ya sea en esta tierra o si prefieres “una patria mejor, es decir, la patria celestial” (Heb. 11:16). Lo destacado de optar por la ciudadanía celestial es que, al hacerlo, no solo aseguras la vida eterna en el futuro, sino que, al igual que Moisés, podrías convertirte en una figura destacada aquí en la tierra.