Matutina para Jóvenes | Jueves 29 de Agosto de 2024 | Un ladrón arrepentido

Matutina para Jóvenes | Jueves 29 de Agosto de 2024 | Un ladrón arrepentido

Un ladrón arrepentido

«¿A dónde podría ir, lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiría, lejos de tu presencia?» (Salmo 139: 7).

El pasaje de hoy nos enseña que Dios puede alcanzarnos dondequiera que estemos. En 1 Reyes 19, Dios encuentra al profeta Elías en una cueva, y en el caso de Jonás, Dios lo alcanzó usando un gran pez para llevarlo a su destino. Dios alcanzó al joven Jim Lacey a través de un robo. Una noche de sábado, Jim salió de su casa armado con un formón, con la intención de robar el contenido de algún carro. Al caminar por la calle 57, encontró uno con una ventanilla abierta, y decidió aprovechar la oportunidad para llevarse dos maletas.

Después del robo, Jim abrió las maletas en su sucio cuarto y encontró ropa y muchos libros de música. Vendió la ropa por ciento cuarenta dólares, pero decidió tirar los libros porque pensó que no podrían generar ganancias. Comenzó a ponerlos en una bolsa para tirarlos. Mientras revisaba los libros de música que encontró, Jim recordó un himno que cantaba en la iglesia y las historias de la Biblia. Esto lo hizo reflexionar sobre su situación y su relación con Dios. Encontró las palabras: «Todos necesitamos un amigo con quien compartir nuestros problemas; yo he encontrado el mío en ti, querido Señor, mi verdadero amigo eres tú», en otro libro de música.

Esa noche Jim Lacey sintió la convicción de que Dios lo estaba llamando a una vida mejor. A partir de ese momento, decidió nunca más volver a robar. Buscó y consiguió un trabajo, y comenzó a asistir a la iglesia. Además, decidió tomar responsabilidad por sus acciones y escribió una carta a Alfonso D’Artega, el dueño de las maletas que había robado, pidiéndole perdón por lo que había hecho.

El 27 de mayo de 1954, Jim Lacey se sentó en el famoso Carnegie Hall para escuchar al señor D’Artega dirigir la orquesta. Era la primera vez que veía al hombre cuyas maletas había robado, lo que le había llevado a buscar a Dios y cambiar su vida. En ese momento, el corazón de Jim se llenó de gratitud hacia Dios, al reconocer que su encuentro con él fue el resultado de un acto negativo que cometió en el pasado.

¿No crees que es reconfortante saber que Dios te conoce y te busca dondequiera que estés?

Deja una respuesta