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» ‘¿Por qué están ustedes aquí todo el día sin trabajar?’. Le contestaron: ‘Porque nadie nos ha contratado’ » (Mat. 20:6-7)
A mediados de 2023, el Miami Heat sorprendió a toda la NBA al lograr lo que pocos creían posible. Aunque no se alzaron con el campeonato, llegaron a la serie final contra los Nuggets de Denver. En su trayecto hacia la final, eliminaron equipos considerados muy superiores, como los Bucks de Milwaukee y los Celtics de Boston.
Lo que captó la atención de los analistas y comentadores es que nueve de los veinte jugadores del Heat eran «undrafted»; es decir, no pasaron por el proceso regular de selección. No eran prospectos prometedores por los que todos los equipos se pelean, ni tampoco consiguieron lucrativos contratos multimillonarios con alguna franquicia. Sin embargo, bajo la dirección del entrenador Erick Spoelstra, llegaron a competir por el campeonato.
Cuando leí la noticia, me sentí identificado con estos jugadores. Nunca he sido bueno en ningún deporte, así que desde niño sé lo que se siente ser el último en la lista de opciones, e incluso ver cómo los capitanes de equipo se quejaban diciendo: «Me tocó Jorge en mi equipo».
Pero la buena noticia es que con Dios las cosas funcionan de forma diferente. Él nos recluta incluso a pesar de no ser prospectos prometedores. Eso es lo que vemos en la parábola de los obreros de la viña (Mat. 20:1-
16). Cuando el padre de familia va a la plaza a las cinco de la tarde, cuando apenas queda una hora de trabajo, se encuentra con personas que están desempleadas. No es que no hayan querido trabajar, sino que nadie los contrata, porque nadie los elige para trabajar en su viña. Estos individuos no son tan rápidos y eficientes como aquellos por los que todos compiten a las seis de la mañana. Ellos son los «últimos», no porque llegan tarde, sino porque nadie los selecciona.
En el reino de los cielos, el talento no es lo que más importa, sino la gracia Dios. Los menos talentosos, los que nadie quiere en su equipo, los menos agraciados, somos el mejor ejemplo de la gracia del Dios que no vino a buscar justos, sino a pecadores (Mat. 9:13). Hoy, él te invita a formar parte del equipo. ¿Qué le responderás?