Matutina para Jóvenes, Lunes 03 de Mayo de 2021

Matutina para Jóvenes, Lunes 03 de Mayo de 2021

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¿Qué haces aquí?

“Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Rey. 19:9).

El monte Horeb era testigo de un miedo sin fundamento, una vez más. Varios años antes, Moisés se había encontrado con su Creador allí, al lado de una zarza ardiente. Presa del miedo ante la tarea que se le estaba encomendando, dudó del poder de su Dios. Pero Dios tenía un pueblo que levantar y Moisés lo guiaría a la Tierra Prometida.

Ahora Elías se despertaba de una soporífera y larga siesta. Se enfrentaba a la pregunta de un Dios que lo confrontaría con su miedo y falta de fe. Es verdad, había matado hasta el cansancio, había huido de una reina sin escrúpulos y eso tenía su cuota de agotamiento. Pero a pesar de la notoria e irrefutable manifestación de Dios en el monte Carmelo, ahora temía ser presa de la ira desatada de esta mujer pagana.

Dios no lo había mandado a ese lugar, pero igual lo encontró allí. Muchos de los encuentros y las lecciones más significativas se dieron en el desierto. No es un lugar al que necesariamente debamos ir, pero sí sepamos que tampoco es un lugar para temer.

“No fue mediante poderosas manifestaciones del poder divino sino por ‘un silbo apacible’ como Dios prefirió revelarse a su siervo. Deseaba enseñar a Elías que no siempre la obra que se realiza con la mayor demostración es la que tiene más éxito para cumplir su propósito” (Profetas y reyes, p. 124).

¿No será que a veces nos pasa un poco lo que le pasó a Elías? Podemos haber visto grandes manifestaciones divinas, comprender los propósitos celestiales y darlo todo en el afán de enseñarle a otros, y aún así creernos los únicos depositarios de ese mensaje o sentirnos en riesgo de ser atacados por un enemigo ya vencido.

A veces nos rodeamos de tantos ruidos, que olvidamos apartarnos un poco y dejar que Dios nos despierte en un lugar donde su voz se haga más clara, donde alcance con una queda vocecita para escuchar las indicaciones del Todopoderoso.

Dos veces Dios le preguntó esto a Elías y dos veces él respondió con la misma excusa.

Ojalá no haga falta que Dios tenga que insistir tanto con nosotros para hacernos saber qué es lo que debemos hacer…

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