Un vaso de vino puede cambiarlo todo
«No se emborrachen con vino, lo cual lleva al desenfreno; más bien, llénense del Espíritu» (Efesios 5: 18, RVC).
Edward Bok nació en el 1863. Cuando era adolescente trabajaba como reportero en el periódico The Brooklyn Eagle. Un día se le asignó tomar notas de los discursos del general Ulises Grant y del presidente Rutherford B. Hayes, que hablarían en la ciudad. En aquellos tiempos, era común que los reporteros tomaran vino mientras trabajaban. Este era el primer trabajo que se le asignaba a Bok y sabía que tendría que tomar una decisión. Por lo tanto, le pidió a uno de los meseros: «Por favor, quite mis vasos de vino: no quiero beber».
Edward Bok comenzó a tomar nota del discurso del general Grant. No le resultaba difícil, pues el general pronunciaba sus palabras con lentitud; en cambio, el presidente Hayes hablaba tan deprisa que apenas podía seguirlo. Al terminar la reunión, Edward fue a ver al presidente y le contó su dificultad. El presidente lo miró con curiosidad y le dijo que esperara algunos minutos. Al cabo de unos quince minutos, el presidente se acercó a Edward y le preguntó:
—Dime, hijo mío, ¿por qué pediste que retiraran los vasos de vino de tu mesa?
Edward se sorprendió por la pregunta, pero decidió ser honesto.
—Lo hice, señor presidente, porque deseaba mantener mi mente clara. Hace tiempo decidí ser abstemio y no vi razón para hacer una excepción esta noche —respondió Edward sinceramente al presidente.
Impresionado por su integridad, el presidente invitó a Edward a subir a su carruaje y, en el camino, le entregó una copia de su discurso. Como resultado, el periódico de Edward Bok fue el único que publicó el discurso completo del presidente. Al día siguiente, Edward recibió una nota del presidente que decía: «Le he contado a mi esposa lo que usted me dijo en la cena. Ella escuchó con gran interés y se une a mí para solicitarle que nos visite esta noche a las ocho y media».
Al igual que en el caso de Edward Bok, nuestras elecciones tienen un impacto en nuestro futuro. ¿Qué habría sucedido si Edward hubiera bebido vino esa noche? Y tú, en una situación similar, ¿tendrías la valentía de mantener tus convicciones? Dios te dé la fortaleza para hacerlo cuando se presente la oportunidad.