Matutina para Jóvenes | Lunes 10 de Marzo de 2025 | Para agradar a la gente

Matutina para Jóvenes | Lunes 10 de Marzo de 2025 | Para agradar a la gente

Para agradar a la gente

“Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo” (Gál. 1:10, NTV)

Uno de los relatos más tristes de la Biblia es la historia de Ananías y Safira. El libro de Hechos relata cómo “todos los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes entre sí; vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían el dinero según las necesidades de cada uno” (Hech. 2:44-45). En este contexto, Ananías y Safira vendieron una propiedad y prometieron darlo todo, pero cuando llegó el momento, solo dieron una parte. En Hechos 5:3, Pedro reprendió a Ananías, indicándole que no tenía necesidad de mentir; tanto el terreno como el dinero les pertenecían a la pareja. Sin embargo, al afirmar que estaban dando “todo” cuando en realidad estaban donando solo una porción, mintieron al Espíritu Santo, lo que resultó en consecuencias mortales para ellos.

¿Qué llevó a Ananías a comprometerse con algo que no tenía intención de cumplir? Parece que como todos vendían sus propiedades, esta pareja sintió que “debía” hacerlo también. Esto se evidencia en cómo comienza el relato: “Pero hubo uno, llamado Ananías” (Hech. 5:1). El “pero” conecta la historia de Ananías con el relato anterior.

Hechos 4 termina con la historia de Bernabé: “No había entre ellos ningún necesitado, porque quienes tenían terrenos o casas, los vendían, y el dinero lo ponían a disposición de los apóstoles, para repartirlo entre todos según las necesidades de cada uno. Tal fue el caso de un levita llamado José, natural de la isla de Chipre, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé, (que significa: ‘Hijo de consolación’). Este hombre tenía un terreno, y lo vendió y puso el dinero a disposición de los apóstoles” (Hech. 4:34-37).

Después de que los apóstoles expresaran afecto hacia José y lo apodaran “hijo de consolación”, Ananías buscó sentirse aceptado por los demás y, quizás, recibir su propio sobrenombre de los apóstoles. Por ello, decidió vender su propiedad. Hacer algo solo porque todos lo hacen o para sentirnos aceptados por otros es lo que llamamos “presión de grupo”.

La presión de grupo nunca es buena. No lo fue en los tiempos apostólicos ni lo es en la actualidad. Siempre conduce a la inseguridad y la ruina. En Gálatas 1:10, Pablo dice que querer agradar a la gente a menudo es contrario a la voluntad de Dios. Que tu motivación para hacer las cosas sea agradar a Dios y no a tus compañeros, esa es siempre la mejor alternativa.

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