¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti?
“Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos?” (Jer. 4:14, NVI).
El 2013 fue un año diferente. Acababa de sufrir ciertas pérdidas importantes y, además, había decidido cambiar de carrera.
Cambié de facultad, de rutina, de compañeros, de amigos, de sueños y de perspectiva a futuro. Fue difícil, porque por cinco años me había acostumbrado a la vida anterior. Pero la mayor bendición vino al cambiar mis hábitos de devoción personal con Dios.
Por primera vez, decidí cambiar las series, las películas y los libros seculares, por la lectura concentrada e imaginativa de las historias bíblicas.
Por primera vez, decidí evaluar el efecto que tenían las letras de algunas canciones en mi mente y mi estado de ánimo, y abandoné muchas costumbres que me hacían mal.
No puedo decir que hoy esté haciendo todo igual, pero ese período de desintoxicación tuvo un tremendo efecto en mis pensamientos. Las bromas tan comunes de las series, las realidades de las películas tan contrarias a lo que creemos, las letras de las canciones tan deprimentes, al no estar más, dieron paso a una mayor exposición a la Biblia y a una experiencia diferente.
Mi intención al contarte esto no es ponerme de ejemplo. Tengo, como cada uno de ustedes, un largo camino por recorrer y muchas cosas que cambiar y aprender, pero quiero dar testimonio de que, cuando buscamos a Dios de todo corazón, nuestros pensamientos pueden transformarse. En la actualidad, están mucho más contaminados de lo que creemos. Somos bombardeados por la mundanalidad, la superficialidad, el consumismo, el egoísmo, la desidia y la falta de compromiso, todos los días, a cada segundo.
Al consumir tantos “productos” del mundo, nos volvemos insensibles al mal, y las cosas dañinas se convierten en moneda corriente.
Cada uno puede sufrirlo de una manera diferente. Cada uno puede ser tentado de manera diferente. El enemigo sabe si entrará por el pesimismo, la crítica, la lujuria, el apetito, la música, la vanidad, el juego, o tantas formas más.
¿Hasta cuándo hallarán en nosotros lugar?