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«Encontrar esposa es encontrar lo mejor: es recibir una muestra del favor de Dios» (Prov. 18:22)
En septiembre de 2019, Gaby y yo nos comprometimos, y apenas recibí su «sí», comenzamos a planificar nuestra boda. Iniciamos la búsqueda de un lugar adecuado, fijamos la fecha, elaboramos la lista de invitados, decidimos el menú, seleccionamos al fotógrafo, planificamos la decoración de nuestra casa, y elegimos el destino de nuestra luna de miel, entre otros aspectos.
Hago un breve paréntesis para mencionar que nos casamos en julio de 2020, justo en medio de la pandemia de covid-19. Por lo tanto, gran parte de nuestros planes previos quedaron en eso, simples planes que nunca llegaron a materializarse. Sin embargo, a pesar de las circunstancias, disfruté mucho de la experiencia.
¿Cuánto cuesta una boda? En promedio, en Estados Unidos se estima que oscila entre veinte y treinta mil dólares, incluyendo gastos como la luna de miel, el alquiler del lugar, los vestidos y otros gastos adicionales. Ahora bien, te invito a reflexionar sobre cada uno de estos elementos. ¿Has notado que todos ellos representan gastos destinados a celebrar durante unas horas el día de la boda o unos días durante la luna de miel? Es cierto que una boda puede resultar costosa, pero el valor de un matrimonio duradero, de esos que perduran toda la vida y que lamentablemente son cada vez más raros, supera con creces cualquier cantidad de dinero invertida.
Si encontrar esposa es una muestra del favor de Dios (Prov. 18:22), y una pareja virtuosa vale más que las piedras preciosas (ver Prov. 31:10), ¿no deberíamos entonces dedicar tiempo, esfuerzo, dedicación y preparación al matrimonio en proporción a la importancia de esta institución?
Al casarnos, a menudo invertimos mucho en fotografías y vestidos, pero ¿cuántos libros leemos juntos?
¿Cuánto tiempo dedicamos a la asesoría prematrimonial? Y una vez casados, el esfuerzo debe continuar. Es fundamental dedicar tiempo a estar juntos como pareja, tiempo para crecer, aprender a resolver conflictos juntos, administrar los recursos, enfrentar la vida en equipo y servir a Dios en algún ministerio conjunto.
Compartir la vida con alguien es una de las mayores bendiciones. Mi deseo es que abordes este importante paso en tu vida bajo la dirección del Señor y otorgándole la importancia que se merece.