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Oración de dos palabras
“Respóndeme cuando clamo a tí, oh Dios, tú que me declaras inocente. Libérame de mis problemas; ten misericordia de mí y escucha mi oración” (Sal. 4:1, NTV)
¿Cuál es la oración más breve que has elevado? Durante la hora de la comida, he escuchado muchas oraciones cortas. En momentos de desesperación, simplemente decimos: “Señor, tú lo sabes todo. Amén”. Sin embargo, hoy quiero compartir la oración más breve que he encontrado en las Escrituras. Es tan concisa que consta solo de dos palabras.
El Evangelio de Mateo presenta cuatro relatos que contienen esta breve oración. En Mateo 9:27, dos ciegos siguen a Jesús gritando: “¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!”. Varios capítulos más adelante, una mujer cananea le suplicó al Maestro: “¡¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! ¡Mi hija tiene un demonio que la hace sufrir mucho!” (Mat. 15:22). Después de la transfiguración, un hombre se arrodilló ante el Maestro y, entre lágrimas, expresó: “Señor, ten compasión de mi hijo, porque le dan ataques y sufre terriblemente” (Mat. 17:15). Finalmente, en Mateo 20:30, dos ciegos diferentes a los del primer relato le gritaron a Jesús: “¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!”
¿Notaste cuál es el pedido que se repite en los cuatro relatos? “Ten compasión”. En los cuatro relatos este pedido movió el corazón de Jesús y produjo sanidad, liberación y perdón.
En más de una ocasión he caído en el error de elevar extensas plegarias, creyendo erróneamente que la cantidad de palabras podría incrementar mis posibilidades de ser escuchado por Dios. No obstante, qué maravilla descubrir que, según Mateo, bastan tan solo dos palabras: “Ten compasión”. La eficacia de este pedido radica en su capacidad para apelar a la esencia misma de Dios.
En Éxodo 34, cuando Dios se manifestó ante Moisés, proclamó su nombre describiéndose así: “¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad!” (Éxo. 34:6). Por ende, en cualquier momento de tu jornada de hoy en que necesites sentir la presencia divina, simplemente eleva al cielo esas dos palabras capaces de conmover el corazón de Dios: “Ten compasión”.