
«Zacarías, no tengas miedo, porque Dios ha oído tu oración» (Luc. 1:13)
¿Alguna vez has orado constantemente por algo sin haber recibido respuesta? ¿Has llegado al punto en el que te has rendido porque piensas que Dios no ha escuchado tus peticiones? Si contestaste que sí, debes saber que tu caso no es único. El Evangelio de Lucas comienza con el relato de un anciano que recibe buenas noticias después de haberse rendido. Me refiero a Zacarías, el padre de Juan el Bautista.
En Lucas 1 se nos cuenta que, mientras Zacarías ofrecía incienso en el altar, se le apareció un ángel y le dijo: «Zacarías, no tengas miedo, porque Dios ha oído tu oración» (Luc. 1:13). ¿Cuál era la oración que Dios había oído? Dado que las próximas palabras del ángel son: «tu esposa Isabel te va a dar un hijo», resulta obvio que Zacarías había estado pidiéndole un hijo a Dios. Curiosamente, Zacarías no cree en el anuncio. ¿Por qué? Sencillamente porque en la introducción del relato, Lucas ya había dicho que Zacarías y su esposa «no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; además, los dos eran ya muy ancianos» (Luc. 1:7). En pocas palabras: no habían tenido hijos porque Elisabet era estéril y como ya eran ancianos no valía la pena seguir orando por un hijo.
Pero cuando esta pareja ya se había rendido, Dios contestó su oración y les dio más de lo que habían pedido. Ellos querían un hijo, pero Dios les mandó el precursor del Mesías, el mayor de los nacidos de mujer (ver Luc. 7:28). El mismo ángel Gabriel nos recuerda unos versículos más adelante que «para Dios no hay nada imposible» (Luc. 1:37).
Como este es un libro para jóvenes, voy a dar por sentado que no eres anciano como Elisabet y Zacarías, pero quizás estoy escribiendo estas líneas para alguien que empezó el año pidiéndole algo a Dios en oración. En enero orabas fervientemente, pero al ver que solo quedaban diez días en el año y Dios no te ha respondido, te has dado por vencido. Pero hoy quiero decirte que Dios siempre escucha nuestras oraciones y él siempre nos contesta en el momento oportuno y nos da más de lo que le pedimos. No sé cuál es esa petición que ya das por incumplida, lo que sí sé es que «para Dios no hay nada imposible». No te rindas, tu respuesta puede estar más cerca de lo que crees.

