Matutina para Jóvenes | Lunes 8 de diciembre de 2025 | Mis orígenes

Matutina para Jóvenes | Lunes 8 de diciembre de 2025 | Mis orígenes

Matutina para Jóvenes

«De un solo hombre hizo él todas las naciones, para que vivan en toda la tierra» (Hech. 17:26)

¿Alguna vez te has preguntado de dónde vienes? Mientras escribía Hoy es tendencia surgió en mí la curiosidad por conocer mi herencia genética. Como soy del Caribe, sé que mis ancestros provienen de Europa y África, pero quería saber de forma más concreta qué etnias componen mi genoma. Por eso, opté por someterme a una prueba de ADN.

Envié una muestra de saliva al laboratorio y después de esperar varias semanas recibí los resultados. ¿De dónde vengo? Bueno, soy 26.6 % ibérico, es decir, de España y Portugal; 12.3 % de mi ADN proviene de la

isla italiana de Cerdeña, 11.9 % de Sierra Leona, 10.6 % de ascendencia irlandesa, escocesa y galesa, 10.5 %

de ascendencia mesoamericana y andina, 10.5 % de Nigeria, 8.9 % del norte y 4 % del oeste de África, 2.1

% del Amazonas, 1.7 % judío asquenazí y 0.9 % masái. Además, la compañía me notificó que estoy relacionado con otras 2.550 personas que también han rastreado su ADN, que van desde mi hermano Louis hasta primos cuartos y quintos.

¿De dónde vienes tú? En realidad, no necesitas enviar una muestra de saliva al laboratorio para saberlo. El Evangelio de Lucas rastrea los orígenes de Jesucristo, y al hacerlo, también nos presenta la herencia genética de toda la raza humana. Lucas señala que todos tenemos como ancestro común a «Adán, que fue hijo de Dios» (Luc. 3:38).

Independientemente de dónde hayan vivido nuestros ancestros, tú y yo «somos descendientes de Dios» (Hech. 17:28). ¿Y qué significa eso? En primer lugar, que tú vales mucho para Dios. Él te dice hoy: «Eres precioso a mis ojos y digno de honra, yo te amo» (Isa. 43:4). En segundo lugar, si tú y yo somos descendientes de Dios, eso nos convierte en familia, la Biblia dice que somos hermanos.

Sí, tu ADN te puede emparentar con unos cuantos miles de personas, pero tu herencia como hijo de Dios te convierte en parte de «la familia de Dios» (Efe. 2:19). Por lo tanto, hemos de rechazar el machismo, el racismo, el feminazismo y cualquier otra forma de prejuicio hacia el prójimo y tratarnos unos a otros como hermanos e hijos del Rey del universo. Por último, ser «descendientes de Dios» también nos hace «coherederos con Cristo» de la herencia que Dios nos ha prometido: la vida eterna (Rom. 8:17).

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