¿Le importará a Jesús?
“Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes” (1 Ped. 5:7, NVI).
Había perdido a una de mis mejores amigas hacía poco. Me encontraba desconsolada y decidí ir a mi lugar preferido de oración. Detrás de la iglesia a la que asisto hay una cancha de fútbol que suele estar llena durante el día, pero que queda vacía al ponerse el sol.
El pasto se extiende por varios metros, sin detenerse, sin importarle el límite que ponga el alambrado. A lo lejos se ve una tupida arboleda. Solo el arco queda en pie como señal de la presencia humana. El resto presenta toques del Creador por todos lados.
He ido incontables veces a orar allí y la música ha sido mi compañera en más de una ocasión.
Me senté sobre un tronco, miré al cielo, oré con este versículo en mente y, casi sin quererlo, comencé a tararear la melodía del himno “¿Le importará a Jesús?” (Himnario adventista, Nº 391).
Aparentemente, Frank E. Graeff tuvo en cuenta este mismo texto al componer el himno que tantas veces hemos cantado para recordar la compañía divina en los momentos de mayor aflicción.
Así como él encontró consuelo y alivio en esta promesa, y así como los encontré también en mi momento de pesar, puedes tener la certeza de que, si depositas tus preocupaciones sobre él, cuidará de ti de forma especial.
Cuando nuestro corazón está doliente, a él le importa.
Cuando nuestros días son tristes y nuestras noches son negras, a él le importa.
Cuando le decimos “adiós” a nuestros seres más queridos, a él le importa.
Puede ser que hoy estés presa de la ansiedad por algún motivo que te agobia. Puede ser por algo pequeño o algo grande, por algo nuevo o algo que vienes arrastrando desde hace tiempo.
Jesús nos invita, como invitó de forma personal a quienes lo rodeaban hace tantos años. “El que anda en el camino de los mandamientos de Dios camina en compañía de Cristo, y en su amor el corazón reposa” (El Deseado de todas las gentes, p. 298).
Te invito a que cantes este himno o a que lo escuches en algún momento del día y reflexiones en su letra. Si es posible, busca un lugar donde puedas orar tranquilo y depositar tu ansiedad sobre él.
Pedro sabía de quién estaba hablando en su epístola. Nosotros también.