Matutina para Jóvenes | Martes 15 de Abril de 2025 | Un dios desconocido

Matutina para Jóvenes | Martes 15 de Abril de 2025 | Un dios desconocido

Un dios desconocido

“Al pasar y fijarme en sus lugares sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: a un dios desconocido. Pues bien, eso que ustedes adoran como algo desconocido es lo que yo les anuncio” (Hech. 17:23)

Cuando Pablo visitó la ciudad de Atenas vio un altar “a un dios desconocido”. ¿A quién se le ocurrió erigir dicho altar? Pausanias, en su libro Atenienses, menciona “los altares de dioses desconocidos”. Según este autor antiguo, Epiménides el cretense fue quien levantó dichos altares, pues cuando la provincia de Ática fue azotada por una terrible plaga, los habitantes de la zona le preguntaron al oráculo de Delfos qué debían hacer para librarse de la plaga. El oráculo respondió que debían ofrecer sacrificios, pero sin nombrar al dios al que se los ofreciesen. Epiménides, que por aquel entonces se encontraba en Atenas, les mandó que soltasen por el campo las bestias destinadas para el sacrificio, y que los sacrificadores las siguiesen con esta indicación: dondequiera que se parasen los animales, allí debían ofrecer sacrificios al dios desconocido para aplacar su ira.

Quizás para los atenienses era normal adorar “a un dios desconocido”, pero en realidad no creo que dicha práctica sea muy beneficiosa. Por eso, a lo largo de la Biblia el Señor expresa su deseo de que su pueblo lo conozca. ¿Y qué decir de nosotros hoy en día? ¿Será posible que en pleno siglo XXI muchos cristianos estemos adorando a un Dios que no conocemos? Tal vez tú y yo no levantamos altares ni degollamos bueyes, pero sí corremos el riesgo de rendir nuestra adoración a Alguien que desconocemos.

Preocupado por esta posibilidad, Dios dice mediante Oseas: “Quiero que demuestren amor, no que ofrezcan sacrificios. Más que ofrendas quemadas, quiero que me conozcan” (Ose. 6:6, NTV) y Jesús señaló que la vida eterna consiste en conocer a Dios y conocerlo a él (ver Juan 17:3). Tanto el contraste que Oseas traza entre los ritos vacíos y el conocimiento de Dios como la descripción que Jesús hizo de la vida eterna sugieren que conocer a Dios no es un asunto meramente intelectual ni de cultura general, sino una experiencia que tú y yo podemos vivir. ¿Y cómo podemos conocer a Dios por experiencia? Para ello hemos de pasar tiempo a solas con él y disfrutar de su presencia en nuestras vidas. Solo entonces Dios dejará de ser “desconocido” y podremos decir como Jetro: “Ahora estoy convencido de que el Señor es más grande que todos los dioses” (Éxo. 18:11).

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