Un papa prisionero
«Contamos con la muy confiable palabra profética, a la cual ustedes hacen bien en atender» (2 Pedro 1: 19, RVC).
El 10 de febrero de 1798, la llegada del general Berthier y sus soldados generó gran inquietud en la ciudad de Roma. El papa Pío VI, quien contaba con ochenta años, se refugió en el Vaticano al haber recibido noticias terribles acerca de los acontecimientos en Francia. En aquel país, la religión había sido abolida, se proclamaba la muerte de Dios, los sacerdotes eran exiliados y se ofrecían recompensas por sus cabezas. Además, los bienes de la Iglesia Católica habían sido transferidos al Estado.
El papa había hecho todo lo que estaba a su alcance para evitar la destrucción de la Iglesia en Francia, pero ahora habían llegado aquellos soldados franceses en su búsqueda. El sumo pontífice se arrodillaba día y noche, suplicando la protección celestial, pero ya Dios había determinado el momento en que su poder le sería quitado. Las profecías de Daniel y Apocalipsis habían predicho que la supremacía papal duraría 1,260 años. El papa había asegurado su poder temporal y espiritual en el año 538 d. C., lo que implicaba que su dominio llegaría a su fin en 1798. ¡La profecía se había cumplido!
Después de la entrada triunfal del general Berthier en Roma el 10 de febrero de 1798, la situación se volvió tensa. Aunque el papa Pío VI se resguardó en el Vaticano al conocer los disturbios en Francia, no fue inmediatamente arrestado. La proclamación de la República Romana tuvo lugar el 15 de febrero de ese año, tras la consolidación del poder francés en la región. Posteriormente, en febrero de 1799, el papa fue detenido por las autoridades francesas y trasladado a Florencia, para luego ser llevado a Francia, donde falleció en 1799 mientras estaba bajo custodia.
El claro y fiel cumplimiento de la profecía de los 1,260 años nos brinda la seguridad de que la Palabra de Dios es verdadera. Dios tiene el control de la historia y los acontecimientos se desarrollarán conforme a su voluntad.
¿Cómo puedes fortalecer tu fe en la Palabra de Dios y en sus profecías, especialmente en los tiempos difíciles que vivimos? Permite que el estudio de las profecías bíblicas inspire tu fe y te motive a vivir una vida plena en servicio a Dios y a tus semejantes.