Clasificado
“Con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mat. 7:2, NVI)
Todavía tengo presente la contienda presidencial de 2016 en Estados Unidos. Justo después de mudarme a este país, estalló la intensa competencia por la presidencia entre Hillary Clinton y Donald Trump.
Durante la campaña, Trump se aseguró de que toda la nación supiera que, mientras ocupaba el cargo de secretaria de Estado, Hillary Clinton había utilizado un servidor privado para ciertas comunicaciones oficiales, situación que podría haber comprometido la seguridad nacional. La polémica fue tan intensa y generó tantas interrogantes que finalmente le costó la victoria a quien pudo haberse convertido en la primera mujer presidenta de Estados Unidos.
A finales de 2022, y en una de esas vueltas que da la vida, el FBI llevó a cabo una redada en la residencia del expresidente Donald Trump, donde descubrió y confiscó diversos documentos clasificados. Trump, quien anteriormente había utilizado la exigencia de prisión para la señora Clinton como eslogan de campaña, se hallaba ahora bajo la mirada acusadora de la opinión pública.
En una entrevista a 60 Minutes, el presidente Joe Biden describió a Trump como “irresponsable”. Sin embargo, en un giro cómico del destino, en enero de 2023 se descubrieron varios documentos clasificados que el presidente Biden guardaba en una antigua oficina, poniendo así en entredicho a este veterano político. ¡Todo un drama!
No pretendo respaldar ni criticar un partido político, ni estoy interesado en conocer tu inclinación en el espectro político o ideológico. De hecho, la constante parece ser que los políticos cometen errores, sin importar el partido al que pertenezcan. Lo que destaca en estos acontecimientos es la rapidez con la que los protagonistas lanzaron acusaciones, solo para que esas mismas acusaciones se volvieran en su contra en poco tiempo. La historia habría sido muy diferente si hubieran seguido el consejo de Jesús: “de la manera como juzguen a otros, así Dios los juzgará a ustedes” (Mat. 7:1, NBV).
El Maestro dijo en el Sermón del Monte que se nos medirá con la misma vara que usamos para medir a otros (Mat. 7:2) y Pablo escribió que cuando juzgamos a los demás nos condenamos a nosotros mismos (Rom. 2:1). Por ende, lo más acertado para ti y para mí sería esforzarnos por llevar vidas rectas delante del Señor y recordar, cuando nuestro prójimo cometa un error, que “solo Dios es el Juez” (Sant. 4:12, NTV).
