Tarde o temprano todo se sabe
«Porque no hay ningún secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse» (Lucas 12: 2).
Tras dedicar gran parte de su vida a la delincuencia, Herman Trimble se ordenó a sí mismo como pastor de la Primera Iglesia de la Ciencia Utilitaria y promovió los juegos de azar en su falsa iglesia. Después imprimió un falso título de psicólogo y se dedicó a aconsejar a la gente y a engañarla para apoderarse de su dinero. Tras la máscara de pastor se escondía un experto estafador; tras la máscara de un amable consejero se agazapaba un embaucador con una larga lista de víctimas. Cinco balas de un asesino al que había engañado pusieron fin a su carrera criminal. Luego la prensa publicó en detalle los crímenes secretos de Herman Trimble.
Muchos ocultan con una máscara un carácter que dista mucho del ideal de Dios. Comenten sus delitos en secreto, donde sus víctimas no pueden pedir ayuda. La sociedad los considera respetables, pero en realidad son mentirosos, ladrones, maltratan a sus esposas e hijos, engañan a las jovencitas con falsas declaraciones de amor para aprovecharse sexualmente de ellas. Por sus hechos y sus palabras, estos engañadores expertos demuestran que son hijos del enemigo de Dios.
Lamentablemente, también en las iglesias hay personas que viven con pecados ocultos que no quieren abandonar porque les producen satisfacción. Procuran cuidar su reputación y muestran gran fervor religioso. Pronuncian oraciones interminables y realizan actos piadosos.
Dios, que conoce la intimidad de todos sus hijos, los invita a cambiar su manera de ser, a arrepentirse y confesar sus pecados para que sean perdonados, a permitir que el Espíritu Santo reproduzca en ellos la imagen moral de su Creador. La Escritura afirma: «Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él; todo está claramente expuesto ante aquel a quien tenemos que rendir cuentas» (Hebreos 4: 13).
Y tú, ¿te has entregado a Dios sin reservas o hay áreas ocultas en tu vida donde le has impedido pasar? Si le abres tu corazón, él lo transformará en uno a su imagen y semejanza. Dile hoy junto al salmista: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí» (Salmo 51: 10, NTV).