Asertividad y más asertividad
El hombre se alegra con la respuesta de su boca; la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es! Proverbios 15:23.
Job estaba sufriendo una desgracia tras otra. Había sido uno de los hombres más ricos y famosos de su región cuando todo comenzó a irle en contra. Perdió de forma dramática a su familia, sus riquezas, y ahora, uno de sus mejores amigos, Elifaz, le recordaba que solo él tenía la culpa de todo lo que le estaba sucediendo. Job podía haber optado por callarse, pensar de forma negativa acerca de sus amigos pero sin expresarles lo que pensaba (hubiese actuado como una persona pasiva). También podía haber entrado en cólera y haber reaccionado violentamente, expulsándolos de aquel lugar (hubiese actuado como una persona agresiva). Job, sin embargo, les habló, de la mejor manera, sobre cómo se sentía, el consuelo que en aquel instante necesitaba y que no estaba recibiendo (fue una persona muy asertiva).
Job es un modelo de comunicación porque elige el método correcto. Un método que ayuda al otro y, a la vez, crea en nosotros un espíritu de equilibrio. Tenemos claro que el método agresivo no es bíblico pero, en ocasiones, pensamos que aguantar todo lo que nos hagan sí lo es. Pero no, no lo es. La actitud pasiva lleva a la sumisión y al rencor. El día menos pensado no aguantamos más y desatamos la tormenta más virulenta.
¿Cómo reaccionas? Cuando te atacan, ¿contraatacas o reflexionas? ¿Cómo aplicas ese refrán bíblico de que “la blanda respuesta aplaca la ira”? ¿Eres responsable de tus palabras? Piensa que cuando las palabras salen de tu boca, adquieren vida propia. Un humorista estadounidense de la época de Mark Twain, Josh Billing, decía al respecto: “La mitad de nuestros problemas en la vida pueden ser identificados por haber dicho que sí demasiado rápido o por haber dicho que no demasiado tarde”.
Salomón nos propone dos conductas. Primero, alegrarnos con las cosas que decimos. Nuestras palabras deben aportar bondad y verdad a los demás y, además, a nosotros. Segundo, aprender a decir las palabras adecuadas en el momento oportuno. La verdad no nos autoriza a ser agresivos; la bondad no nos obliga a ser pasivos. La verdad nos anima a ser sinceros; la bondad, a ser cariñosos.
Déjame ser asertivo contigo. Creo que eres una excelente persona que tienes la perseverancia de los cristianos, y te animo a que te entrenes en la palabra justa que se acompaña de verdad y de bondad. Tenía que decírtelo. Gracias por tu comprensión.
Excelente.