Matutina para Jóvenes | Miércoles 04 de Diciembre de 2024 | «¿Hay esperanza para mí?»

Matutina para Jóvenes | Miércoles 04 de Diciembre de 2024 | «¿Hay esperanza para mí?»

«¿Hay esperanza para mí?»

«Si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios […] nos perdonará» (1 Juan 1: 9).

William Smith era un ladrón de ovejas e incendiario que buscaba un cambio en su vida. Un día del año 1888 asistió a una reunión evangelística, el pastor E. P. Daniels predicó sobre el verdadero significado de la conversión. Guillermo se sintió conmovido por el mensaje y al final de la reunión se acercó al pastor, le contó su pasado y le preguntó: «¿Hay esperanza para mí?».

Cuando el pastor Daniels le aseguró que sí había esperanza para él, Smith se conmovió profundamente. Lleno de gratitud, se arrodilló para orar y entregó su vida a Dios. Al levantarse, Smith tomó una decisión valiente y sincera: «Tan pronto como me sea posible, voy a buscar al granjero en Selma al que le robé treinta ovejas, y le pagaré lo que le debo». A pesar de la advertencia del pastor Daniels de que tal acción podría conducirlo a la cárcel, el recién convertido estaba dispuesto a enfrentar las consecuencias legales con tal de enmendar sus acciones pasadas.

Smith fue a ver al granjero, que no era creyente, y con humildad le confesó su error y le pidió que lo perdonara. Además, le preguntó cuánto le debía por las ovejas que le había robado. El granjero, sorprendido por este gesto, decidió perdonarlo y expresó su deseo de asistir a las reuniones que habían sido capaces de provocar tal transformación en él. Posteriormente, Smith compareció ante el juez y se declaró culpable de haber provocado una serie de incendios. Sin embargo, fue indultado por las autoridades.

Sin embargo, intentar arreglar las cuentas no siempre implica que no se recibirá el castigo. En un caso ocurrido en California, un prófugo de la justicia se acercó a un pastor adventista para confesar su situación y manifestó su intención de entregarse, pero antes pidió ser bautizado. El pastor lo examinó, determinó que estaba preparado y procedió a realizar el bautismo. Luego el fugitivo se presentó en la comisaría, donde fue detenido y devuelto a prisión para cumplir su condena.

Dios no nos ha prometido que al intentar arreglar nuestras cuentas nos librará del castigo, pero sí nos ha prometido su gracia para ayudarnos a enfrentar cualquier adversidad que se presente.

¿Tienes cuentas pendientes con Dios o con los demás que necesitas arreglar? ¿Qué pasos puedes dar ahora mismo para hacerlo?

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