Matutina para Jóvenes, Miércoles 07 de Julio de 2021

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Pedro e Instagram

«Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:69, NVI).

Te invito a que abras tu Biblia en Juan 6 y veas todas las menciones que se hacen al verbo “ver” (vers. 1, 2, 14, 19, 23-30, 35, 36).

La gente estaba fascinada con Jesús, lo seguía por todo lo que podían ver. Sin embargo, al escuchar los planes de Jesús y sus declaraciones, consideraron que su palabra era muy dura para ser oída (vers. 42, 52, 60).

Jesús no estaba preocupado en acumular seguidores. Quería dejar en claro que su reino no era de este mundo. “Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él” (vers. 66).

¿Cuántos seguidores tienes en Instagram? ¿Cómo te sentirías si, de un día para otro, al abrir tu feed, encontraras que nadie te sigue? ¿O si al abrir Facebook encontraras que todos tus amigos te eliminaron?

Jesús no necesitaba sentirse popular, pero realmente fue un cambio muy drástico el que se vivió en tan solo un par de horas. Se dirigió a sus discípulos y les preguntó: “¿También ustedes quieren marcharse?” (vers. 67). Y ahí Pedro respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (vers. 68, 69).

Pedro habla de creer y conocer. De creer sin ver. De pasar tiempo cuando todo el resto se va. Lo que importa es que Jesús tiene palabras de vida eterna. ¿En quién iban a encontrar eso?

¿En quién pretendemos encontrar eso hoy? ¿Qué características tienen las personas que seguimos? ¿Qué es lo que nos gusta de sus publicaciones? ¿Acaso estamos viviendo una religión en la que, si no vemos señales y milagros, no creemos? ¿Seguimos a Jesús por las motivaciones correctas y demostramos comprender su naturaleza?

Ser un seguidor de Jesús tiene momentos como el de la alimentación y de la caminata sobre el agua, pero también tiene momentos en los que no se ve claramente qué es lo que está pasando. ¿Cómo respondemos a eso? ¿Nos vamos porque pierde popularidad un evangelio que no necesariamente implica prosperidad? ¿Nos vamos porque queremos triunfos momentáneos y terrenales? ¿Somos capaces de reconocer que su reino no es de este mundo y que la “dureza” de su Palabra es la que nos muestra realmente la importancia de adorar con entendimiento y no solo con emociones?

En un mundo de tantos seguidores y seguidos, ¿lo estamos siguiendo a él?

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