Jugando con el peligro —Segunda parte—
«Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea» (Efesios 6: 12).
El encuentro de Ernesto con el ocultismo lo llevó al consumo de bebidas alcohólicas y drogas, y varias veces estuvo a punto de perder la vida. Escapar del ocultismo no fue un camino fácil para él, sin embargo, actualmente se encuentra libre de las ataduras de Satanás. Después de pasar tres meses en un programa de rehabilitación para adictos, Ernesto comparte su experiencia: «En un momento pensé que Dios no podía perdonarme por las acciones que había cometido».
Antonio se había mudado a otra parte, pero los muchachos con quienes Ernesto se había emborrachado y usado drogas todavía estaban ahí. «Ya no podía soportar la situación. Me sentí traicionado por todos, aun por los demonios a quienes había servido», comenta.
Ernesto se negaba a asistir a clases, lo que lo llevaba a pasar la mayoría de sus días en la cama. Una tarde, mientras buscaba algo para ver en la televisión, escuchó a un joven hablar sobre drogas y satanismo. Ernesto quedó fascinado. Justo cuando apareció un predicador en la pantalla, él se levantó para apagar el televisor, pero por alguna razón, no lo hizo.
Ernesto quedó impactado al escuchar la predicación del pastor sobre el amor incondicional de Dios, quien incluso había dado su vida por él. «Ya había escuchado ese mensaje antes, pero no lo había aceptado porque sentía mucha culpa», comenta Ernesto. Sin embargo, esta vez experimentó el amor de Dios en lo más profundo de su corazón. Comprendió que nunca había sido abandonado por Dios, sino que había sido él quien se había alejado. Ahora, Dios estaba dispuesto a brindarle una segunda oportunidad.
El recuerdo de aquel momento todavía conmueve profundamente a Ernesto: cayó de rodillas y las lágrimas brotaron de sus ojos, algo que no había ocurrido desde la muerte de su padre. No pronunció muchas palabras, solo llegó a decir: «Dios, perdóname». Y eso era todo lo que necesitaba.
¿Qué puedes hacer para compartir el mensaje de esperanza y salvación con otras personas que están atrapadas en el ocultismo o las adicciones?
Esta interesante reflexión devocional concluye en la lectura de mañana.