Leer entre líneas
Le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. Lucas 20:21.
¡Qué bueno es leer un texto en su contexto! Si solo nos detuviéramos en lo que dice este versículo, podríamos concluir que es la introducción a una pregunta en la que se manifiesta admiración (“maestro” o rabí, que significaba “mi grande”), reconocimiento pedagógico (“hablas y enseñas de forma correcta”), reconocimiento social (“tratas a todos por igual”) y reconocimiento doctrinal (“enseñas el camino de Dios con verdad”). Qué pena que haya un versículo 20 en el que se nos indica que le habían enviado algunos enemigos encubiertos que procuraban que hiciera o dijera algo que les sirviera como excusa para denunciar a Jesús. Y en el versículo 22 podemos encontrar una de las preguntas más complicadas a las que fue sometido Jesús: “¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?” Una píldora realmente envenenada…
La pragmática es una disciplina de la lingüística que se preocupa por el contexto de una frase. La pragmática nos enseña que una cosa es lo que se dice y otra la intención que se tiene. A esa manera de comprender lo dicho la llamamos “leer entre líneas”. La intención de los espías era la de adular, para que Jesús se sintiera confiado y cometiera un error. No sucedió así. Entiendo que una de las lecturas que podemos hacer de “Dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios” nos orienta hacia el respeto. Una actitud en la que no solo importan las palabras, sino también las intenciones. Los espías, descarada y empalagosamente, le habían faltado al respeto a Jesús porque, con expresiones de afecto, escondían su maldad. Era tan evidente, que se convertía en insultante. Y Jesús les dice a quién deben dar tributos y, además, a quién deben respetar.
Resulta muy común escuchar frases sobre personas o instituciones que parecen amables pero que, por su tono o contexto, se comprenden como irónicas o sarcásticas. Frases que intoxican las atmósferas y crean entornos de inestabilidad. La falta de respeto no es el método de un cristiano, el método es la asertividad. Por eso Jesús nos sugiere que vayamos y arreglemos con nuestro hermano nuestros conflictos.
Jesús no solo habla de mejorar nuestras palabras sino además de mejorar nuestras intenciones. Y es que no solo Dios merece respeto, también César. Por cierto, quiero que sepas que esto te lo he dicho con la mejor intención del mundo.