
«El que estaba sentado en el trono dijo: ‘Yo hago nuevas todas las cosas’ » (Apoc. 21:5)
Mi madre me enseñó a cocinar cuando yo tenía catorce años. Esta destreza me ayudó a sobrevivir durante mis años de soltería. Siempre recuerdo una de las primeras instrucciones que ella me enseñó, la llamo: «la regla de lo irreversible». ¿En qué consiste? En palabras de mi madre: «Usa poca sal cuando cocines, porque al final siempre puedes añadir más, pero no puedes quitar la que has puesto». Lo mismo vale para ablandar una papa o hervir un huevo. Una vez hecho, no lo puedes revertir… o al menos hasta hace poco.
En enero de 2015 el portal ABC publicó la noticia de que un grupo de químicos estadounidenses habían logrado «deshervir» un huevo. El procedimiento implica recrear una proteína llamada lisozima, que se añade a la clara solidificada. Entonces, los científicos emplean un dispositivo de vórtice de fluido para que la clara adquiera su forma original. Este descubrimiento permitirá a los científicos recuperar en pocos minutos proteínas gomosas que se han solidificado.
Al llegar al final de este año y reflexionar sobre la vida, es posible que sientas que hay mucho que no puedes revertir, heridas que no puedes cerrar o dolor que no parece encontrar alivio. A menudo nos parece imposible suavizar un corazón endurecido por los desengaños o ablandar una mente endurecida por la duda. Pero si los científicos pueden «deshervir» un huevo, ¿no crees que Jesús puede hacer mucho más en tu vida?
Si al leer estas líneas sientes que tu caso no tiene solución, que no hay marcha atrás, recuerda las palabras de Jesús en el versículo de hoy: «Yo hago nuevas todas las cosas» (Apoc. 21:5). Resulta significativo que, aunque la visión de Juan en Apocalipsis es sobre el futuro, las palabras del que está sentado en el trono se
encuentran en tiempo presente.
La renovación que Dios te ofrece no es un acto reservado para el futuro, sino que es una realidad presente, tanto para las siete iglesias a las que Juan escribió como a nuestro mundo actual. «El que está unido a Cristo» no será, una nueva persona, ya lo es (ver 2 Cor. 5:17). Hoy el Señor desea restaurar tu vida. ¿Se lo permitirás?

