Matutina para Jóvenes | Miércoles 19 de Julio de 2023 | Algo para vivir

Matutina para Jóvenes | Miércoles 19 de Julio de 2023 | Algo para vivir

Algo para vivir

Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. Hechos 2:46, 47.

No hay nada perfecto en este mundo, pero si podemos detener nuestra mirada en una dirección correcta es hacia la iglesia primitiva. Posiblemente se haya exagerado su excelencia, pero no hay duda ninguna de que fue un momento para recordar e imitar. Lucas nos describe cómo procedían y, sutilmente, nos sugiere cómo debiéramos proceder nosotros.

1. Iban “cada día” a adorar. Visitaban de forma constante el Templo y lo hacían de forma unánime. No iban porque fuera un requisito salvífico, sino porque era el espacio donde se encontraban con su gente, con los que compartían sus ideas. Era, además, un lugar concurrido en el que había otras personas con las que podían intercambiar opiniones y explicar las bondades de su fe. Y lo hacían de forma unánime. No dice que tuvieran un solo pensamiento y que lo que decía uno de ellos iba a misa. No, dice que tenían tal relación que, aunque eran bien diferentes, estaban alineados en Cristo, en su forma de hacer las cosas.

2. “Comían juntos”. No comían de cualquier manera, pues la expresión “partir el pan” suena a Jesús en la Santa Cena o a la comida con los discípulos de Emaús. Iban a compartir esperanza, esperanza en esa Cena que el Señor nos ha prometido. Y lo hacían juntos, nada de grupitos cuchicheando unos contra otros; alegres, porque la esperanza llena el alma de gozo; y con sencillez de corazón, nada de egos descontrolados.

3. “Alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo”. La iglesia tiene algunos objetivos básicos en su función en la Tierra. Uno es alabar a Dios. Enfocar la mirada humana en el único que lo puede todo, agradecer al único que emplea ese poder en mejorarnos. El otro, ayudar a los demás. Ser tan benignos que nadie pueda tener nada contra nosotros.

4. “Y el Señor añadía a los que serían salvos”. El ambiente era tan cercano a Jesús que sus pámpanos tenían fruto. Porque el verdadero pueblo de Dios es, conscientemente o no, atractivo para las personas. Y todos queremos estar con un grupo así.

Me pregunto y te pregunto, ¿por qué no lo intentamos de nuevo? ¿Por qué no nos revestimos de Cristo y lo vivimos otra vez? ¿Quién lo impide? Que deje de ser algo para recordar, para convertirlo en algo que vivamos. Intentémoslo.

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