Dios no desampara a sus hijos
«Yo fui joven, y ya soy viejo, pero nunca vi desamparado al hombre bueno ni jamás vi a sus hijos pedir limosna» (Salmo 37: 25)
—¿Qué nos sucederá, mamá? ¿Cómo vamos a vivir sin la ayuda de papá?
El pequeño Charles, de diez años, no había perdido el apetito. ¿Cuánto tiempo estaría preso su padre? Su papá era bueno y generoso. Su único delito era haber caído en la pobreza. Estaba encarcelado debido a su incapacidad para pagar sus deudas.
—Mamá, ¿tendremos que mendigar? —preguntó Charles.
La señora Dickens, abrazando fuertemente a su hijito y tratando de ocultar su pesar, le respondió:
—No. Charles, Dios nos ayudará. Debemos confiar en sus promesas.
La madre estaba en lo correcto: Dios los protegería. El pequeño Charles tuvo que empeñar algunos objetos del hogar para poder comer. Y finalmente llegó el día cuando tuvo que vender sus últimos diez amados libros, lo cual lo afectó profundamente.
Ante la escasez, Charles se lanzó en busca de empleo cuando ya no les quedaba nada más que vender. Su trabajo consistía en pegar etiquetas en cajas en una fábrica de betún para zapatos, en jornadas de hasta diez horas diarias. Con el modesto salario que recibía, pudo ayudar a su familia.
Finalmente, su padre fue puesto en libertad y las cosas empezaron a mejorar. Charles pudo asistir a la escuela y consiguió un empleo como secretario de un abogado. Además, durante las noches, comenzó a escribir historias. Su situación financiera mejoró bastante, pero nunca olvidó la manera en que Dios había protegido a su familia en tiempos difíciles. Estas experiencias de vida dejaron una profunda huella en Charles, inspirándolo a escribir obras notables como David Copperfield y otros quince libros famosos. A través de su talento y perseverancia, logró convertirse en uno de los más reconocidos y aclamados escritores de su tiempo.
Aquel niño nacido el 7 de febrero de 1812, llegó a ser Charles Dickens, un renombrado autor inglés cuyos libros han alcanzado un éxito de ventas sin precedentes en Inglaterra, solo superado por la Biblia y las obras de Shakespeare. Dios cumplió sus promesas. El suplió las necesidades de la familia Dickens en Inglaterra. Asimismo, si le pides, él también proveerá para tus necesidades.