Un diálogo con Dios
«No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también» (Filipenses 4: 6).
Para ti, ¿qué es la oración? ¿Es un ritual que haces por costumbre o por obligación? ¿Es un momento que aprovechas para pedirle a Dios lo que quieres o necesitas? ¿Es una forma de expresarle a Dios tu gratitud y tu alabanza? ¿O es una conversación íntima y sincera con tu mejor amigo?
Elena G. de White afirma que «orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo» (El camino a Cristo, p. 138). Alguien dijo que «la oración cristiana es nuestra conversación con Dios, en el nombre de Jesús, acompañada por el poder del Espíritu Santo».
Un día un estudiante entró en el laboratorio de Pasteur, y encontró al gran hombre de ciencia inclinado sobre su microscopio. No queriendo distraerlo, el joven comenzó a salir. Pasteur levantó la vista y el estudiante dijo: «Pensé que usted estaba orando». Volviéndose otra vez hacia su microscopio, el grande pero humilde hombre de ciencia replicó: «Efectivamente».
Esta anécdota nos muestra que la oración no se limita a un lugar, un tiempo o una postura específica. La oración puede ser una actitud constante en nuestra vida, una disposición de nuestro corazón hacia Dios. Podemos orar en cualquier momento y circunstancia.
La Biblia nos anima a orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5: 17), a orar con fe (Mateo 21: 22), a orar con humildad (Lucas 18: 13), a orar con perseverancia (Lucas 11: 9), a orar con confianza (Hebreos 4: 16), a orar con sinceridad (Salmo 51: 6), a orar con arrepentimiento (2 Crónicas 7: 14), a orar con gratitud (Colosenses 4: 2), a orar con gozo (Filipenses 4: 4-6), a orar con amor (Mateo 5: 44).
¿Cómo es tu vida de oración? ¿Oras solo cuando tienes problemas o cuando te acuerdas? ¿Oras solo por ti mismo o por los demás? ¿Oras solo para pedir o también para agradecer y alabar?
La oración es una bendición que no debemos ignorar ni desaprovechar. Te invito a que hagas de la oración una prioridad en tu vida, y verás los maravillosos resultados que Dios hará en ti y por medio de ti a otros.